El 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, es el Día del enfermo, de carácter mundial. Las familias de los enfermos son el objetivo este año para la Jornada Mundial del Enfermo.

Toda persona normalmente vive en una familia y, cuando cae enferma, es toda la familia la que se ve afectada profundamente, se ve alterado el ritmo de su vida, con lo que unas optan por sacrificar parte de su vida social y profesional para acompañar al familiar enfermo; otras lo abandonan o soportan como una carga. En toda esta situación, también ella necesita, por tanto, atención y apoyo.
La familia. ¡Qué gran papel el suyo! y ¡qué difícil a veces! Debemos reconocer y valorar siempre su entrega, su testimonio, pero también cuidarles pues muchas veces necesitan apoyo, cercanía, escucha y ayuda para vivir de manera más sana, humana y cristiana la enfermedad de su ser querido. Ellos son el rostro diario de la misericordia junto al enfermo.
Así, el Papa, en su  Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2018 nos pide que no nos olvidemos nunca del papel de la familia: «No podemos olvidar la ternura y la perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves.
La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y con unas políticas apropiadas».

“Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa”» ( Jn 19, 26-27).