El papa Francisco ha establecido que la memoria de la “Virgen María, Madre de la Iglesia” se celebre cada año el lunes siguiente a Pentecostés. En esta ocasión, será el 21 de mayo.

Quiere recordar así «la importancia del misterio de la maternidad espiritual de María, que desde la espera del Espíritu en Pentecostés no ha dejado jamás de cuidar maternalmente de la Iglesia, peregrina en el tiempo».

Es una fiesta importante porque este título,»Madre de la Iglesia» le fue dado por el Papa Pablo VI al final del Concilio Vaticano II, para recordar que la Virgen es nuestra gran intercesora. Y no solo eso. Desde el punto de vista teológico, recuerda que la Virgen María es imagen de lo perfecta que debería ser la Iglesia.

«El agua y la sangre que brotaron del corazón de Cristo en la cruz, signo de la totalidad de su ofrenda redentora, continúan sacramentalmente dando vida a la Iglesia mediante el Bautismo y la Eucaristía. María santísima tiene que realizar su misión materna en esta admirable comunión, que se ha de potenciar siempre entre el Redentor y los redimidos (…).

Esperamos que esta celebración, extendida a toda la Iglesia, recuerde a todos los discípulos de Cristo que, si queremos crecer y llenarnos del amor de Dios, es necesario fundamentar nuestra vida en tres realidades: la Cruz, la Hostia y la Virgen. Estos son los tres misterios que Dios ha dado al mundo para ordenar, fecundar, santificar nuestra vida interior y para conducirnos hacia Jesucristo. Son tres misterios para contemplar en silencio (R. Sarah,La fuerza del silencio, n. 57).