La oración es fundamental en el cristiano, y hay múltiples formas de hacerla, no a todos nos viene bien todos los métodos. Hay que distinguir entre orar y rezar, no es lo mismo. “Orar es estar mucho tiempo a solas con quien sabemos nos ama” (Sta. Teresa). Orar es estar a solas: a veces cuando oramos echamos manos de libros, de lecturas, de diversas cosas que nos ayuden, eso está bien. No obstante se trata de estar a solas con Él, como los enamorados.
A veces puede ser oración de simple presencia, quizás no me salen palabras, pero simplemente estar en su presencia es ya oración. Es intimar dentro de mi corazón con el Dios que me habita. Cuando oramos, no lo hacemos con un Dios fuera de nosotros. Por eso el evangelio dice: cuando ores, entra en tu interior y Dios que está en lo secreto te escuchará, es ahí en tu corazón donde reside tu santuario principal.
Esta cuaresma es para intensificar más nuestra intimidad con el Señor, que sabemos nos ama. Esto es importante, porque dependiendo la idea que tengamos de Dios, así será nuestra oración. Hay quienes conciben a Dios como un juez rígido, y se acercan a la oración con miedo y tristeza por sus fallos. Hay quienes sienten a Dios como un bombero, que solo se recurre a la oración en momentos de incendios de la vida. Otros perciben a Dios como lejano, y piensan que tienen que insistir mucho para que les escuche. Sin embargo cuando en oración percibimos a Dios como el Dios amoroso, entonces es una gozada espiritual. Uno se acerca a Él con toda confianza de hijo, sabiéndose amado desde la eternidad.
P. Luis Murillo