Como comunidad parroquial, estamos recorriendo con fe y gratitud el camino hacia el Jubileo 2025, uniéndonos a las distintas celebraciones jubilares propuestas por la Archidiócesis de Madrid. Cada una de ellas nos recuerda que la Iglesia vive del encuentro: con el Señor, con los hermanos, con los más frágiles. Y en ese camino, queremos estar.
El pasado 6 de abril, la catedral de Santa María la Real de la Almudena se convirtió en un corazón de esperanza durante la celebración del Jubileo de los Enfermos, presidido por don José Antonio Álvarez, obispo auxiliar de Madrid. Fue una celebración profundamente significativa, en la que se dieron cita personas enfermas, mayores, profesionales sanitarios, capellanes y cuidadores, todos ellos testigos silenciosos de una fe que se encarna en la fragilidad. En su homilía, el obispo nos recordó que “Dios no abandona y siempre nos acompaña”, y que los enfermos son una expresión viva de esa certeza. Animó a todos a reconocerse como peregrinos de esperanza, sostenidos por la gracia incluso en medio del dolor. Desde nuestra parroquia Santísima Trinidad de Collado Villalba, varios miembros del grupo de Pastoral de la Salud acudimos con profunda emoción, representando también a tantas personas que no pudieron estar presentes. Participar en este Jubileo fue reconocer, una vez más, que no hay vidas sin valor, y que toda existencia, incluso marcada por la enfermedad, es digna de ser cuidada y acompañada.
El sábado 31 de mayo, la catedral volvió a llenarse de vida para celebrar el Jubileo de las Familias y de las Personas Mayores, presidido por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. Familias enteras, abuelos, padres, jóvenes, niños y bebés, acudieron para dar gracias y celebrar la fe compartida. El cardenal nos habló con cercanía y verdad, invitándonos a descubrir a Jesús en lo cotidiano: “Jesús está vivo, camina con nosotros… hasta en los momentos más duros”. Nos animó a reconocerle en nuestros hogares, en los gestos de cuidado, en el perdón ofrecido, en el amor vivido día a día. Desde nuestra parroquia, un grupo de familias participó acompañado por nuestro párroco, el padre Luis Murillo. Fue una jornada de comunión, esperanza y alegría sencilla. Y al concluir, abuelos y niños compartieron un helado junto a las puertas de la catedral, como signo entrañable de una Iglesia que celebra la vida.
Con ese mismo espíritu, aguardamos ahora la celebración del Jubileo de los Catequistas y del mundo de la Enseñanza, inicialmente previsto para el 26 de abril, pero pospuesto al 4 de octubre debido a la coincidencia con el funeral del papa Francisco. Será una oportunidad hermosa para agradecer la entrega de tantos catequistas, educadores y animadores de la fe que, con generosidad y creatividad, acompañan el despertar espiritual de niños, adolescentes y jóvenes. Como comunidad parroquial, deseamos estar también allí, ofreciendo nuestra presencia y renovando el compromiso de transmitir la fe con pasión.
Estos tres jubileos, enfermos, familias, catequistas, junto con otras celebraciones jubilares previstas, son como estaciones de un mismo camino: el de una Iglesia que se sabe peregrina, que mira con esperanza y que se deja tocar por el amor de Dios en lo concreto de cada historia. Seguimos caminando, con los ojos abiertos, sabiendo que Jesús permanece con nosotros.