El martes 12 de abril los chicos y chicas de juveniles, con sus catequistas, Sara (directora coro jóvenes) a la que agradecemos que aceptara nuestra invitación y el P. César, nos fuimos a Maristas a prepararnos para vivir con sentido e intensidad la Pascua.

Como no podía ser de otra manera, empezamos el día con la alegría del Domingo de Ramos, felices y contentos recibíamos a Jesús en Jerusalén. Nosotros lo recibimos con bailes, expresando nuestra gran alegría, ¡¡Hosanna!!

Después de este gran recibimiento pasamos a reflexionar sobre cuál es nuestra huella, la huella que vamos dejando a lo largo de la vida, como esa huella en ocasiones no nos gusta, no es la que queremos.

Y como el Jueves Santo, en el lavatorio de los pies, Jesús nos transforma, nos lava esas huellas que no nos gustan y nos ayuda a llevar a cabo nuestro compromiso de cambiar la huella de cada uno para ponernos al servicio de los demás.

 

Llegó el día más triste de la Pascua, juntos caminamos con Jesús el camino duro y difícil de la Cruz. Vivimos el Vía Crucis del Viernes Santo, sintiendo como Jesús da su vida por cada uno de nosotros. Con nuestro Vía Crucis sentido y compartido nos encontramos más unidos a Jesús en estos momentos y nos damos cuenta de las veces que le hacemos cargar con nuestras cruces.

Después de una merecida comida y un merecido descanso jugando juntos y conociéndonos más, hemos vuelto a nuestra Pascua Juvenil.

Acompañamos a María en su soledad, sentimos los dolores de la Virgen y los vamos rezando y llevando a nuestra vida. En este pequeño desierto vamos dejándonos llenar del amor incondicional de María a su hijo y a cada uno de nosotros. No estamos solos, María nos acompaña.

Pero no podía faltar nuestro final de fiesta, compartido con nuestras familias, a las que agradecemos mucho que se hayan dejado liar de esta manera. 

Llegó el gran momento de la Vigilia Pascual, de celebrar la gran alegría de Cristo Resucitado.

Con una ginkana pascual vivimos los momentos más importantes, el paso de las tinieblas a la luz, como la Palabra de Dios nos da vida, el agua que por el bautismo nos hace hijos de Dios y nos transforma y la Eucaristía, encuentro con Cristo.

Terminamos rezando el Pregón Pascual que llena de alegría nuestros corazones por la Resurrección de Cristo.

Gracias de ❤ a todos por el día tan maravilloso que hemos vivido.

Os invitamos a vivir esta Pascua desde el corazón.

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