#Confirmación

Convivencia de confirmación nov 2025

Bajo el lema ‘La alegría del Evangelio llena el corazón”, el fin de semana del 28, 29 y 30 de noviembre los grupos de confirmación hemos compartido una convivencia centrada en la fuerza del Evangelio y en esa alegría tan pura que brota cuando dejamos que la Palabra toque la vida. Empezábamos el viernes por la tarde, en los salones parroquiales, poniéndonos en la presencia del Señor con la sencillez de quien reconoce que solo el Espíritu puede abrir el corazón y disponernos para recibir lo que Dios quiere regalarnos. En ese clima pedimos que esta convivencia fuese un verdadero espacio de encuentro, un tiempo para escucharnos por dentro y para escucharle a Él, confiando todo en sus manos.

Tras ese primer momento, tuvimos una dinámica de bienvenida que nos introdujo en lo que íbamos a vivir durante el fin de semana. A través de un diálogo creativo entre los cuatro evangelistas, se nos fueron dando claves para entrar en este camino que queríamos recorrer juntos. Después llegaron los juegos, que siempre ayudan a romper barreras, a sonreír y a construir comunidad sin darnos casi cuenta. Cenamos todos juntos, y antes de cerrar el día subimos a la capilla, donde rezamos en silencio agradecido… porque se está bien en su presencia, y porque sabíamos que lo que venía iba a ser un regalo. Y así, con esa paz, nos fuimos a descansar.

El sábado comenzó temprano, cogiendo el tren hacia Cercedilla, con esa mezcla de sueño y expectación que tiene todo lo que merece la pena. Al llegar, volvimos a poner nuestra vida en las manos del Señor, conscientes de que cada día es un don y que este, en concreto, venía cargado de posibilidades para compartir, para crecer y para dejarnos renovar por esa “Alegría del Evangelio” que da sentido a todo. Dedicamos la mañana a la catequesis, aprendiendo a rezar con la Palabra a través de la Lectio divina, descubriendo que Dios nos habla de una forma tan delicada que solo necesita que le regalemos un poco de tiempo y de silencio. Recordábamos las palabras del Papa Francisco: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús… Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Y desde ahí celebramos la Eucaristía con el P. Adrián, que nos invitó a vivir el momento con hondura, a saborear la presencia de Dios y a dejarnos enviar para anunciar la Buena Noticia. Después, un rato de comida para reponer fuerzas y seguir juntos.

La tarde estuvo marcada por la entrega del símbolo en cada uno de los cursos.

En 1º se entregó una llave, invitándonos a “abrir el corazón” a Jesús, recordando aquellas palabras del Apocalipsis que tantas veces nos tocan la vida: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20).

En 2º se entregó una vela, signo de esa luz que Jesús enciende en nosotros y que estamos llamados a llevar a los demás. Sin su luz no hay camino, sin su luz todo se apaga, por eso insistimos en que solo cuando acogemos la Luz de Cristo podemos iluminar lo que vivimos. “Vosotros sois la luz del mundo”.

En 3º cada uno construyó un pequeño ladrillo, recordando que formamos parte de una Iglesia que se edifica desde lo sencillo, donde cada vida aporta algo imprescindible para construir el Reino de Dios.

Terminamos el día en adoración eucarística, poniéndonos ante Jesús sacramentado con la gratitud serena de quienes se saben acompañados. Dimos gracias por lo aprendido, por lo compartido, por la comunidad que vamos formando y por ese Evangelio que cada día nos sostiene y nos empuja a ser mejores. Y así cerramos la jornada, en silencio, con el corazón lleno.

El domingo tuvimos un momento de oración de acción de gracias antes de unirnos a la comunidad parroquial en la Eucaristía, una celebración especialmente hermosa porque coincidía con las bodas de plata y oro de varios matrimonios, y con los novios que habían vivido su fin de semana de formación. Celebramos juntos la vida, el amor y la historia compartida de una comunidad que crece y se deja purificar por la gracia. Dimos gracias por sentirnos llamados a vivir la fe en comunidad, por descubrir que este es el estilo de vida que queremos, el estilo de vida de Jesús.

Y cerramos la convivencia con un agradecimiento sincero: a los chicos y chicas de confirmación que se han dejado sorprender; a los catequistas que han cuidado cada detalle; al P. Adrián por acompañar y celebrar; a nuestro párroco y a toda la comunidad de la Santísima Trinidad, que nos sostienen con su oración y su presencia. Sobre todo, gracias a Dios, que sigue llamándonos cada día y llenando nuestro corazón con la alegría del Evangelio.

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Convivencia: Sé sal y luz para el mundo

SÉ SAL Y LUZ PARA EL MUNDO

Con este lema comenzábamos nuestra aventura de fin de semana para profundizar en esa llamada de Jesús y tomar conciencia de nuestro compromiso como cristianos, el cual renovarán cuando reciban el sacramento de la Confirmación.

El viernes salíamos desde los salones parroquiales rumbo a Becerril de la Sierra, a un complejo natural propiedad de los Agustinos, donde nos alojamos en un albergue fantástico rodeado de naturaleza. Nada más llegar, estuvimos haciendo un resumen de estos tres años de catequesis para ser conscientes de todo lo que hemos crecido y ver el paso de Dios en nuestras vidas, cómo nos ha ido acompañando. También profundizamos en el sacramento de la Confirmación, en los ritos y en todos los símbolos que se utilizan en la celebración, para conocer la riqueza de la liturgia y la belleza del rito. Después estuvimos jugando a diferentes juegos para descargar toda la adrenalina que teníamos contenida, hacer grupo y pasar un rato increíble riéndonos y disfrutando.

A continuación, compartimos la cena que trajimos cada uno de casa y, después, tuvimos un momento muy especial. Rezamos ante Jesús Sacramentado en una adoración en el albergue, ambientada con mucha delicadeza y con la presencia del padre Adrián, donde estuvimos cara a cara con Jesús. Le presentamos toda nuestra vida, nuestro corazón, y le pedíamos que nos dijera qué quiere de nosotros, cómo quiere que seamos sal y luz para este mundo que tanto necesita del amor de Dios. Una vez retirado el Santísimo, nos fuimos a descansar y a reponer fuerzas para disfrutar todo lo que nos quedaba de convivencia.

Al día siguiente nos levantamos con música a todo trapo, católica por supuesto, e hicimos deporte con el frescor de la mañana para activarnos un poquito. Después del desayuno, tuvimos un momento de desierto y examen de conciencia, al cual se unieron los adultos que se van a confirmar con este grupo de jóvenes, donde hicimos un repaso de nuestra vida, miramos dentro de nuestro corazón para ser conscientes de si estábamos poniendo a Jesús en el centro y tuvimos el gran regalo de poder confesarnos con los sacerdotes Luis, Apolinar y Adrián.

Una vez liberados gracias al sacramento de la Reconciliación, compartimos una eucaristía en la capilla del complejo de las hermanas Agustinas, presidida por el padre Adrián. Después de una comida espectacular, preparada por nuestras maravillosas cocineras, tuvimos un rato de sobremesa fantástico, en el cual los adultos que se van a confirmar nos hablaron de su testimonio y de las razones por las que se querían confirmar.

Luego, tras un momento de tiempo libre y descanso, estuvimos repartiendo las tareas importantes de la celebración de la Confirmación, así como eligiendo el lema y cuidando cada detalle del rito. Despedimos a los adultos y tuvimos una gymkana sobre los símbolos que hemos empleado en estos tres años de catequesis: la llave, el Padre Nuestro, la vela, el Evangelio, el ladrillo y la cruz, los cuales nos han acercado mucho al Señor y a su Iglesia.

El día terminó con los testimonios de nuestros jóvenes de la parroquia, que vinieron a cenar con nosotros y compartieron su experiencia con el Señor, contando cómo la parroquia era esa familia donde el amor de Dios se hace presente. Cerramos el día rezando completas y nos fuimos a dormir, dejando reposar tantas emociones vividas.

El domingo ya nos tocaba recoger. Hicimos una oración compartiendo lo que han sido estos tres años de camino en Confirmación, dando gracias a Dios por haber estado acompañándonos y saliendo a nuestro encuentro, como en Emaús, por la experiencia de fe que nos llevamos, y terminábamos con una canción donde descubríamos la grandeza de la sencillez. Es en esa sencillez donde encontramos a Dios.

De vuelta a la parroquia celebramos la Eucaristía con nuestra comunidad de la Santísima Trinidad y regresamos a casa para reposar todo lo vivido.

Gracias a todos: catecúmenos, catequistas, sacerdotes, grupo de adultos y sus catequistas. También agradecer a las cocineras, y a nuestra comunidad, que nos sostiene con sus oraciones. En definitiva, gracias a Dios por hacer todo esto posible.

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Campo de trabajo de confirmación 2025

Campo de trabajo 2025 – Monasterio de Santa María de Sobrado
‘Virtudes que encienden el alma’

Trabajo y santidad

Hoy ha sido el último día y la verdad es que nos ha costado despedirnos, ciertamente, aunque nos vamos con el corazón lleno, cuesta explicar lo vivido, porque ha sido mucho y muy hondo.

Esta mañana nos hemos levantado temprano para rezar Laudes con los monjes y celebrar juntos la Eucaristía. Estar allí con ellos, empezar el día así, nos ha ayudado a centrarnos, a acoger el momento.

En el desayuno, el hermano Luis nos ha dicho unas palabras que se nos han quedado clavadas. Palabras sencillas, pero que tocan. Algunos se han emocionado. Ha sido un momento de verdad.

Luego hemos recogido, hecho maletas, limpiado todo. Lo hemos hecho entre todos, con buen ánimo. Se notaba que a nadie le daba igual este final.

Hoy también hemos conocido al prior Carlos, que hasta ahora no estaba porque venía de otro monasterio. Nos ha recibido con mucha cercanía. Nos ha dicho que lo importante es lo que uno se lleva dentro, lo que permanece. Y sí, tiene razón. Nos llevamos lo que Dios ha ido haciendo en cada uno estos días.

En el autobús no había mucho ruido, se notaba que cada uno iba con lo suyo por dentro. Lo vivido sigue ahí, aunque ya estemos de regreso, todo lo vivido tenemos que reposarlo. Durante el viaje nos venía a la cabeza algo que dijo el Papa Francisco y que tiene mucho que ver con lo que hemos vivido aquí: “No tengas miedo a la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios. Cada cristiano está llamado a la santidad, y la santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en dejar actuar a Dios.”

En Villalba estaban nuestras familias esperándonos, con ganas de abrazar, también estaban el párroco y nuestro vicario parroquial. Nos agradecimos mutuamente el camino compartido. Cantamos nuestra canción y nos hicimos una foto juntos. Era un grupo pequeño, pero muy de verdad.

Gracias a los monjes por habernos abierto su casa. Gracias a los que han hecho posible todo esto. A los catecúmenos, a los catequistas, a las familias, a la parroquia. Y gracias a Dios, porque ha estado presente en cada paso, en lo sencillo, en el trabajo, en la oración, en los gestos que no se ven, pero sostienen.

Ahora toca volver a lo cotidiano, pero llevamos algo nuevo por dentro. ¡Felices vacaciones!. ¡Nos veremos en la parroquia!.

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Día 7: Carlo Acutis – Fortaleza

Nuestro último día en el Monasterio, último día de trabajo. Hoy Carlo Acutis nos presenta la fortaleza que nos asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Llega hasta la capacidad de sacrificar la propia vida por una causa justa. En nuestra presentación, Carlo nos planteó que ser santo no es tener poderes sino vivir a lo grande… lo ordinario. Y nos dice que vale la pena.

Nos pusimos a trabajar, a rematar los trabajos de los días anteriores, nos da un poco de pena que esto ya llegue a su fin. Rezamos hora de sexta con los monjes y a comer.

Después del descanso merecido, nuestra catequesis sobre la fortaleza, virtud que nos da fuerza interior para resistir el mal y hacer el bien. Al terminar la catequesis comenzamos un desierto con momentos de silencio para llegar a nuestro corazón y sentir y escuchar a Dios. Abrimos nuestros corazones para escuchar a Dios, crecer en nuestra fe y confiar en Dios aún cuando no entendamos.

Buscamos un lugar en paz y silencio para hacer examen de conciencia y ponernos delante de Dios para reconocer aquello en lo que nos hemos equivocado, arrepentirnos y tener el propósito de no volver a caer.

El sacerdote de la parroquia de Sobrado y uno de los monjes del Monasterio nos han dado la oportunidad de reconciliarnos con Dios y recibir su abrazo de amor y perdón.

Celebramos la Eucaristía, compartiendo cantos con la gente del pueblo.

Y terminamos el día con el Sobrados Talent, un magnífico espectáculo de actuaciones sobre las virtudes y los santos, donde nos reímos, disfrutamos y pasamos una velada divertida. Hasta los catequistas hicieron su actuación.

Ahora toca dormir que mañana nos toca recoger y despedirnos.

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Día 6: Santa María Goretti – Templanza

Estamos ya casi en la recta final de nuestro campo de trabajo, tenemos por delante un nuevo día lleno de oportunidades para crecer, aprender y aportar lo mejor de nosotros. Hoy tenemos por delante una virtud que a veces nos puede sonar raro, pero es algo que nos puede ayudar muchísimo en nuestra vida: la templanza. Que es la capacidad de ser dueños de nosotros mismos. Tener el control de nuestras emociones saber lo que nos conviene en el momento adecuado. Y lo vamos a hacer de la mano de Santa María Goretti, que a la edad de doce años murió en defensa de su castidad, por las heridas que le produjo un joven, al que perdonó antes de morir. Y lo hacemos en el día de Santa María Goretti, el 6 de julio.

Hemos comenzado el día muy temprano, compartiendo el rezo de Vigilia con los monjes a las cinco de la mañana, nos ha costado despertarnos, pero hemos ido aún con sueño y vivir con esta comunidad de monjes del Cister, los diferentes momentos de oración.

Sí que ha sido duro, pero nosotros luego hemos dormido otro pequeño rato, hasta la hora de levantarse.

Hoy domingo teníamos desayuno especial, dulce de leche fabricado aquí en el Monasterio y así nos hemos endulzado la mañana.

En nuestra presentación hemos tenido la oportunidad de conocer algo más sobre la virtud de la templanza y sobre Santa María, que luego íbamos a trabajar a lo largo del día.

Comenzando por una búsqueda del Sobrado tesoro, a lo largo del pueblo hemos ido buscando pistas y superando pruebas para poner en práctica nuestras habilidades. Ha sido divertido, lo hemos pasado muy bien.

Y a continuación nuestra catequesis donde hemos conocido más sobre la vida de esta Santa, que nos ha impresionado profundamente, hemos profundizado sobre la virtud de la templanza y sobre cómo llevarla a nuestra vida y hemos trabajado unos tips para cultivarla.

Sorpresa agradable en la comida con pastas y helado, así da gusto. Y un merecido descanso.

Para continuar la tarde con el testimonio de dos de los miembros de esta Comunidad de Sobrado, que nos han contado muchas cosas interesantes de la orden del Cister y luego de su vocación, hemos preguntado y hablado con ellos, ha sido una tarde muy interesante que ha merecido la pena.

A la noche hemos tenido un momento especial de oración ante la cruz, donde hemos pedido perdón a aquellas personas que nos hacía falta poniéndolo a los pies de la cruz y hemos dado gracias a Dios por todos estos días. Hoy el cansancio podía con nosotros y nos hemos ido a dormir para recuperar fuerzas para el trabajo del último día aquí.

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Día 5: San Maximiliano de Kolbe – Prudencia

Un nuevo día nos espera. Después de una gimnasia mañanera que nos ayuda a desperezarnos y activar el cuerpo, nos dirigimos a la sala capitular, donde nos reunimos como Comunidad del campo de trabajo para iniciar juntos la jornada. Allí nos ponemos en manos de Dios con la oración, buscando comenzar el día conectados con Él y con el deseo de vivir con sentido todo lo que venga. Hoy se nos presenta una nueva virtud: la prudencia, y lo hace de la mano de un santo que amó al prójimo hasta el extremo de dar la vida por amor.

Prudencia no es cobardía, ni limitación, ni miedo. La prudencia es esa virtud que Dios infunde para ayudarnos a discernir lo que conviene en cada momento, a decidir con verdad, a actuar desde dentro. El prudente no se esconde, levanta la voz ante la injusticia, condena el mal, trabaja por el Reino. Su prudencia no lo encierra: lo lanza.

Esta mañana hemos conocido un poco más la figura de San Maximiliano Kolbe, un sacerdote valiente que defendió su fe con firmeza, se opuso a la violencia y se ofreció voluntariamente a morir en lugar de un padre de familia. Su vida fue un acto de amor profundo. Un testimonio de entrega libre, nacida de una fe madura y una prudencia que supo escuchar el momento.

Una mañana más nos hemos volcado en el trabajo con ganas. Hoy también hemos intentado dar lo mejor en las tareas que se nos han encomendado, poniéndole atención, cuidado, y alegría. Vamos notando cómo crece la satisfacción al ver lo que entre todos vamos consiguiendo.

Después de la comida, hemos tenido la suerte de realizar una visita guiada por el Monasterio. Nos han contado su historia, anécdotas, curiosidades sobre la vida cisterciense, y nos ha ayudado a entender mejor el lugar que habitamos estos días. Ha sido una experiencia que ha merecido mucho la pena.

Más tarde, hemos tenido nuestra catequesis. Un espacio tranquilo en el que hemos recogido todo lo vivido durante el día y lo hemos puesto en diálogo con la Palabra y la vida. Hemos reflexionado sobre la virtud de la prudencia como clave para elegir bien, para decidir desde el amor, sin impulsividad pero sin miedo. Hemos terminado lanzando una pregunta para seguir llevando el día por dentro: ¿Qué me gustaría pedirle a Dios para aprender a decidir mejor?

Al final de la tarde nos unimos a los monjes para rezar Vísperas. La oración fue profunda. Nos emocionó especialmente que ofrecieran sus oraciones por nosotros. Saber que alguien reza por ti sin conocerte, desde otro lugar del mundo, es un regalo. Y sentirlo en comunidad, en un monasterio donde el silencio y el trabajo se convierten en alabanza, aún más.

Por la noche tocaba uno de los juegos más esperados: “Atrapa la bandera”. Carreras, defensa, persecuciones, caídas, risas… fue un momento de pura diversión. Nos movimos sin parar, y lo disfrutamos de principio a fin.

Cerramos el día con la oración, dando gracias por lo vivido, por lo compartido, por lo aprendido. A descansar, que nos quedan pocos días y aún hay mucho por vivir.

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Día 4: San José – Justicia

Hoy nos hemos acercado a la figura de San José, tratando de comprender desde dentro lo que significa ser justo a los ojos de Dios. Él no fue justo según criterios humanos de perfección o ley, sino porque confió, actuó desde la fe y sostuvo con su vida el plan de Dios. Nos ponemos en su piel para intentar vivir esta virtud con el alma despierta y el corazón disponible.

Comenzamos el día con la visita de San José, que nos mostró que fue llamado justo porque siempre buscó hacer lo correcto ante Dios y ante los hombres. Su vida fue una respuesta fiel, concreta y silenciosa. Hoy nos señala un camino en el que la justicia no se grita, se encarna.

Continuamos nuestro trabajo en el monasterio. Dejamos los cristales impecables, limpiamos piedras del claustro, desbrozamos parte del muro exterior… cada día nos sentimos más contentos del trabajo bien hecho, no por el resultado visible, sino por lo que genera en nosotros. El esfuerzo compartido nos une y, de algún modo, nos transforma.

Durante la mañana compartimos con los monjes el rezo de la hora Sexta. Fue un momento breve, pero profundo. Estar allí, orando juntos en medio del silencio del monasterio, nos ayudó a sentirnos parte de una oración más grande, en comunión con tantos que en ese momento también rezaban desde otros lugares del mundo.

Después de la comida y un descanso, aprovechando el rato de sol, tuvimos nuestra catequesis. Hoy nos tocaba profundizar en la virtud de la justicia, no desde definiciones, sino desde la vida. A través del ejemplo de San José comprendimos que la justicia que Dios nos propone busca restablecer la armonía en las relaciones, promueve la equidad, y se sostiene sobre el amor y el perdón. Nos sentimos llamados a comprometernos con esa forma de justicia sencilla, discreta, pero profundamente evangélica. Como la de José, sin necesidad de palabras ni protagonismo.

La Eucaristía de la tarde la compartimos con la gente del pueblo y con algunos peregrinos del Camino. Fue una celebración viva, donde nuestros cantos se unieron a los de la comunidad y el clima fue de verdadera fraternidad.

Al llegar la noche, tuvimos una ginkana taller. A través de distintas pruebas fuimos reuniendo materiales con los que, al final, pudimos trabajar todos juntos en el taller de San José. Una manualidad que más que un resultado nos dejó la experiencia de construir en común, de reír, de aprender desde lo lúdico también.

Ahora nos vamos a descansar. El cansancio se nota, pero también la alegría. Nos ponemos una vez más en manos de Dios, agradecidos por lo vivido, y con el deseo de seguir aprendiendo cada día de estos santos que nos acompañan en el camino.

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Día 3: Santa Teresa de Calcuta – Caridad

Hoy nos hemos encontrado con la figura de una mujer que no necesitó grandes recursos para transformar el mundo. Santa Teresa de Calcuta vivió la caridad en lo concreto, con gestos sencillos, con una entrega diaria que no buscaba brillar, pero que sostenía vidas. Santa Teresa de Calcuta es la imagen de la caridad, de cómo hacer una vida de servicio altruista, dándose a los demás, venciendo las dificultades y mirando siempre al prójimo con compasión, dándole amor y dignidad. Lo vivió desde lo más pobre y lo más frágil, con una fe fuerte, encarnada, silenciosa, y al mismo tiempo capaz de cambiarlo todo. Su presencia ha marcado este día desde el principio, recordándonos que quien ama de verdad no necesita ser visto, solo estar.

Comenzamos con la oración de Laudes y la Eucaristía junto a la comunidad de monjes. Entrar en ese ritmo pausado, orante, sostenido por el canto y el silencio, nos ayudó a situarnos. Después del desayuno nos pusimos manos a la obra. Estuvimos repartidos entre el claustro, los pasillos, los exteriores del monasterio. Limpiamos, recogimos, barrimos. Cada uno en su lugar, cada gesto ofrecido. Y a media mañana, como cada día, paramos para rezar el Ángelus, conscientes de que servir también es orar.

La tarde comenzó con el taller pelotero, estuvimos decoramos nuestras pelotas con frases, símbolos, colores, y después participamos en la carrera. Fue una forma distinta de compartir, de esforzarnos juntos y de disfrutar. Reímos, colaboramos, competimos sanamente. A veces también se construye comunidad desde ahí.

Pero lo más hondo del día llegó con la catequesis. Una dinámica nos hizo ver lo poco presente que está la caridad en tantas situaciones cercanas, y eso nos llevó a preguntarnos por nuestra manera de vivirla. ¿Damos lo que somos? ¿O solo lo que nos sobra? ¿Servimos con el corazón, o cumplimos sin implicarnos? Y entonces volvió ella, Madre Teresa de Calcuta, con su manera de amar sin ruido, de tocar el sufrimiento sin miedo, de poner amor donde otros apartaban la mirada. La recordamos como alguien que eligió amar cada día sin descanso. Y eso nos interpeló.

Durante la cena quisimos vivir ese estilo. Estar atentos a los demás, ofrecer antes de que nos pidan, ver lo que normalmente no vemos. Fue algo pequeño, casi invisible. Pero se notó. Porque la caridad verdadera no hace ruido, pero cambia el ambiente. Y al terminar, recuperamos unas palabras que han atravesado el día entero sin que nadie las dijera en voz alta, pero que hoy tenían más sentido que nunca: en todo amar y servir. Lo dijo san Ignacio, y también lo vivió Teresa. Y nosotros, en lo pequeño, lo estamos intentando.

Terminamos el día con juegos tranquilos, momentos sencillos de convivencia. Y como cada noche, cerramos con la oración. Hoy la carta de san Pablo a los Corintios nos habló de un amor que todo lo espera, todo lo excusa, todo lo soporta. Y esta vez, esas palabras no quedaron en el papel. Resonaban con lo vivido.

Nos vamos a dormir sabiendo que la caridad no es algo que se enseña. Se aprende mirándola en los otros. Y hoy la hemos mirado en ella.

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Día 2: Abraham – Fe

Ha sido un día intenso. Lleno de cosas pequeñas que, vividas a fondo, se vuelven grandes. Trabajo, juegos, oración, conversaciones que van abriendo hueco, momentos en los que uno se encuentra con los demás y, sin darse cuenta, también con Dios. Hoy nos ha acompañado la figura de Abraham. Alguien que supo confiar sin tenerlo todo claro. Que escuchó una llamada interior y, sin saber adónde le llevaría, se puso en camino. Nos hemos detenido en ese gesto suyo de fe, en su capacidad de fiarse cuando todo temblaba. Y, sobre todo, en esa certeza de que Dios nunca defrauda cuando uno se pone en sus manos. Ha sido una jornada para detenernos, mirar dentro y preguntarnos cómo es nuestra fe.

Hemos tenido nuestra primera jornada de trabajo en el monasterio. Tareas sencillas, pero necesarias. Hemos limpiado parte de los exteriores, recogido piedras del claustro, barrido la iglesia. El cuerpo lo nota, pero también el alma. Porque mientras se barre, se habla poco, y eso deja espacio para mirar por dentro. El Ángelus nos ha pillado en plena tarea, y esa pausa breve, justo a mitad de mañana, nos ha sabido a oración vivida. Al terminar, la sensación era buena. La de haber dado algo de nosotros, sin prisas, sin ruido.

Después vinieron la ducha, la comida, el descanso. Y por la tarde, una catequesis centrada en Abraham, donde pudimos hablar de la fe que tenemos, de cómo se sostiene, de lo que nos cuesta a veces. Salieron miedos, inseguridades, pero también gratitud por ese don recibido. Agradecimos poder nombrar juntos lo que creemos, lo que dudamos, lo que nos sostiene en medio de todo. Y dar gracias también por eso: por tener un espacio donde poder decirlo. Reconocimos que la fe, cuando se cuida, crece. Y cuando se vive en comunidad, se fortalece.

Hoy hemos compartido la Eucaristía con la gente del pueblo y con algunos peregrinos del Camino de Santiago. El monasterio es una de sus paradas, y hoy fuimos parte de esa marcha común. Nos unimos todos en una celebración sencilla, viva, donde la fe se hacía canto compartido. Fue bonito sentirse comunidad con personas tan distintas, pero unidas por algo que no siempre se puede explicar con palabras.

La jornada terminó con la película La Cabaña. Una historia que remueve, que habla de sufrimiento, de pérdidas, pero también de búsqueda, de fe, de esperanza, de Dios, de encuentros que transforman. Al terminar, uno se queda callado. Porque a veces, más que hablar, toca dejar que lo visto repose dentro. Como el personaje de la película, también nosotros intuimos que, cuando se deja entrar a Dios en las heridas, el corazón empieza a cambiar.

Cerramos el día en silencio. No porque no tengamos nada que decir, sino porque lo vivido ya habla por sí solo. Nos vamos a dormir con la fe un poco más despierta. No perfecta, pero más viva. Y con ganas de seguir caminando. Mañana será otro día de compartir nuevas historias.

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Día 1: Pablo – Esperanza

Este año hemos vuelto a comenzar nuestra actividad de verano con la ilusión de quien se pone en camino, sabiendo que algo bueno está por nacer. El lugar elegido ha sido el Monasterio de Santa María de Sobrado, un espacio sereno, escondido entre la naturaleza, donde los monjes del Císter nos han acogido con la sencillez que brota de quienes viven anclados en lo esencial. Durante estos días compartiremos con ellos trabajo, oración y vida, y lo haremos bajo un lema que es una invitación real: “Virtudes que encienden el alma”. Queremos dejarnos tocar por la vida de algunos santos y santas que supieron vivir en verdad, con hondura, con pasión por el Evangelio, y permitir que algo de esas virtudes también despierte en nosotros.

Comenzamos el campo de trabajo en nuestra parroquia, celebrando juntos la Eucaristía antes de emprender el viaje. Fue un momento de envío, de esos que ayudan a situar el corazón. Nuestro párroco nos animó a disfrutar, a pasarlo bien, pero también a mantener despierta la posibilidad de encontrarnos con Dios a través de lo que vayamos viviendo, porque hay experiencias que, si se viven con apertura, terminan dejando huella. Después de la misa partimos hacia A Coruña. El viaje, aunque largo, se hizo ameno entre conversaciones, canciones y ese silencio compartido que a veces dice más que muchas palabras. Al llegar al monasterio, nos recibió un peculiar equipo de investigación, o al menos eso decían ser, acompañado de algunos personajes bastante singulares. Entre bromas y explicaciones nos fueron presentando las normas que marcarán la convivencia. Fue una manera divertida y creativa de empezar, y algo nos dice que volveremos a encontrarlos más de una vez en los próximos días.

Ya con hambre hemos ido a cenar para reponer fuerzas del cuerpo. El ambiente era distendido, se respiraba el comienzo de algo nuevo. Pero sabíamos que no bastaba con alimentar el cuerpo, así que, después de cenar, nos unimos a los monjes para rezar Completas. Fue un primer encuentro profundo, lleno de quietud, donde el canto y el ritmo pausado de la oración nos regalaron una paz serena. A veces no hacen falta grandes discursos; basta con estar, con dejarse envolver por lo que ocurre cuando otros rezan desde dentro.

Este primer día ha coincidido con la fiesta de la Esperanza, una palabra que para los cristianos tiene un peso particular. En sintonía con el lema del Año Jubilar, “Peregrinos de esperanza”, nuestra velada y la oración de la noche estuvieron centradas en esa fuerza silenciosa que sostiene, que impulsa, que permite seguir caminando incluso cuando no todo es claro. Nos acompañó la figura de San Pablo, cuya vida es un testimonio radical de transformación. Pasó de perseguir a los cristianos a entregar su vida entera por anunciar a Cristo. Inspirados por él, jugamos a llevar mensajes superando obstáculos, recordando cómo él mismo, entre cartas, cárceles y viajes, supo mantenerse fiel al Evangelio hasta el final. La dinámica nos ayudó a meternos en su piel, pero también a reírnos, a colaborar, a compartir, a empezar a ser grupo.

Al cerrar el día, con el cansancio propio del comienzo y la ilusión intacta, nos vamos a dormir sabiendo que algo se ha encendido. Todavía es pronto para saber cómo será este camino, pero ya intuimos que será fecundo. Porque cuando se trabaja, se ora y se convive con el corazón abierto, lo que sucede nunca es superficial. La esperanza ha empezado a tomar forma. Y eso, en el fondo, es lo más importante.

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Pre Pascua de Confirmación 2025

El lunes 14 de abril, vivimos una intensa y profunda jornada de Pre Pascua junto al grupo de Confirmación, compartiendo momentos de reflexión, oración y celebración en comunidad, acompañando a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección.

Comenzamos recordando el Domingo de Ramos, agitando nuestras palmas con alegría para recibir a Jesús, el Rey humilde que entra en Jerusalén con sencillez. Esta fue nuestra manera de abrir el corazón a lo que vendría, con júbilo, pero también con disposición a profundizar. Reflexionar sobre nuestra inconsistencia, sobre cómo nos dejamos llevar por la presión del grupo y por las circunstancias. Nos preguntamos sobre nuestra coherencia en lo que creemos o si cambiamos según nos conviene. Y terminamos comprometiéndonos a recibir a Jesús en nuestras vidas con hechos concretos.

Entramos luego en el desierto del Jueves Santo, donde hacemos un recorrido sobre los distintos tipos de amor, descubriendo que el amor de Dios es infinito, incondicional y verdadero. En ese silencio interior, fuimos reconociendo cómo ese amor transforma nuestras vidas. Recordábamos ese amor primero de nuestros padres, que tanto tenemos que agradecer. Para pasar al amor sin condiciones de Dios, ese amor que se da sin recibir nada a cambio. Y el amor comprometido, el amor que está dispuesto a arrodillarse y a lavar los pies de los demás. Para terminar con el amor que conmemoramos cada día en la eucaristía, ese amor del que da la vida por todos nosotros y poder decir todos juntos “Nada podrá separarme de tu amor”.

Vivimos un examen de conciencia, en silencio, buscando en nuestro interior en nuestra relación con Dios, con nosotros mismos y con los demás, las veces que nos hemos equivocado, sabiendo que Jesús lo que quiere por encima de todo es perdonarnos, porque nos quiere felices y el pecado nos aleja de esa felicidad. Nos acercamos al sacramento de la Reconciliación, dejando a los pies de la cruz esas cargas que no nos permiten avanzar. En ese gesto, acompañamos a Jesús en su Vía Crucis, sintiendo en lo profundo su entrega total por amor.

Después, en el silencio del Sábado Santo, nos unimos al dolor y a la soledad de María, su Madre. Rezamos el rosario con gratitud, sabiendo que, en el momento más oscuro, Dios nos la regaló como Madre para siempre.

Finalmente, llegó la gran celebración: la Vigilia Pascual, la fiesta de las fiestas. Celebramos con gozo la Resurrección de Jesús, dejándonos iluminar por la luz nueva, escuchando con el corazón la Palabra, renovando nuestro bautismo con el agua, y alimentándonos con la Eucaristía, signo de vida nueva.

Terminamos este día especial con una Eucaristía en familia, compartida con nuestras familias, sintiendo que la fe se vive y se fortalece en comunidad.

Damos gracias a los sacerdotes que nos han acompañado en esta Pre Pascua, a las Hijas de la Caridad por acogernos como siempre con tanto cariño y estar pendientes de nosotros, a todos los del grupo de confirmación, catequistas y familias por hacer comunidad, por recorrer juntos este camino de Fe.

Damos gracias a Dios por cada momento compartido, por cada gesto, palabra, silencio y sonrisa que hicieron de esta Pre Pascua una verdadera experiencia de encuentro con Jesús Vivo.

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Convivencia confirmación: “El Credo”

El fin de semana del 8, 9 y 10 de noviembre, los grupos de confirmación vivimos una convivencia en Cercedilla con el tema del Credo como hilo conductor. Salimos el viernes, en tren,  llenos de ilusión y muchas ganas de disfrutar de nuestra primera convivencia del curso. Al llegar, nos pusimos en presencia del Señor, conscientes de “qué bien se está cuando sabemos que estamos aquí porque tú nos has llamado a cada uno con un motivo para estar contigo”.

Ponemos en manos del Señor el encuentro y la convivencia. Iniciamos con una actividad de bienvenida en la que se nos presentó el itinerario de esta experiencia, que sería una verdadera aventura. Conocimos a dos aventureros que, en busca del “Texto Sagrado”, nos irían acompañando durante todo el fin de semana.

A continuación, disfrutamos de una velada en la que, a través de diferentes pruebas, íbamos obteniendo palabras para formar el Credo. Tras unos juegos divertidos, logramos completarlo, y concluimos el día dedicando un tiempo a la oración, a confiar y a rezar, recordando que, a través de la oración, hacemos posible lo que parece inalcanzable. Después, tocaba descansar.

El sábado comenzó entregando nuestra vida en manos del Señor, conscientes de que es Él quien nos regala un nuevo día para compartir y disfrutar. Luego, en la presentación general del Credo, el P. Yoelby nos explicó que el Credo es la oración que resume la fe que profesamos como católicos. Recitar el Credo es actualizar nuestra fe y ejercitarla, con el compromiso de dar testimonio de ella con nuestra vida. A continuación, nos dividimos en grupos para profundizar en una parte específica del Credo, que luego explicaremos a los demás. Este momento se complementó con una divertida gymkana.

Por la tarde, vivimos la Eucaristía en un entorno natural precioso, rodeados de la creación. Nuestro párroco, el P. Luis, nos fue guiando y explicando cada parte de la celebración para que pudiéramos vivirla con sentido pleno. Al terminar, repusimos fuerzas con la comida.

Luego tuvo lugar la entrega de un símbolo específico para cada curso de confirmación.

  • En 1º se entregó una llave, símbolo de “ABRIR TU CORAZÓN”: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20).
  • En 2º, una vela, símbolo de la luz de Cristo que hemos de llevar al mundo. Reflexionamos sobre la importancia de tomar esa luz de Cristo para iluminar nuestra vida y, a través de ella, ser también luz para los demás: “Vosotros sois la luz del mundo”.
  • En 3º, un ladrillo, que representa cómo cada uno de nosotros es parte fundamental de la comunidad, de la Iglesia, aportando nuestro “ladrillo” para construir el Reino de Dios.

Gracias al coro de jóvenes que subió a la convivencia, disfrutamos de juegos y ensayamos las canciones para la Eucaristía del domingo. Nos invitaron a participar cada semana, recordándonos que quien canta, ora dos veces. Terminamos el día con una Adoración Eucarística, poniéndonos en la presencia de Jesús sacramentado, agradecidos por todo lo aprendido sobre la fe de la Iglesia, sobre aquello que fundamenta nuestra creencia y cómo vivir en comunidad.

El domingo cerramos la convivencia con una oración a Dios, en la que renovamos nuestra reflexión sobre el Credo, nuestra fe y nuestra forma de vivir. Nos planteamos cuestiones fundamentales: ¿De verdad queremos vivir como Jesús nos pide? ¿Estamos dispuestos a ofrecer hasta lo que nos cuesta dar? En nuestro día a día, ¿cómo podemos acercarnos más a Dios?

Finalmente, regresamos en tren a la parroquia para ensayar y, junto a nuestra comunidad, compartir la Eucaristía.

Damos gracias a las cocineras, quienes generosamente dedicaron su tiempo para prepararnos una cena deliciosa. Gracias, Señor, por llamarnos a vivir en Comunidad y descubrir que este es el estilo de vida que queremos: el estilo de vida de Jesús. Gracias a todos los catecúmenos de confirmación, a los catequistas y al sacerdote que nos acompaña, quienes han hecho posible que vivamos el Credo en profundidad. Gracias a nuestro párroco por compartir con nosotros la Eucaristía y a nuestra comunidad parroquial de la Santísima Trinidad, que nos apoya y sostiene con sus oraciones.

Gracias a Dios, que sigue llamándonos cada día.

puedes var algunas fotos en nuestro

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Confirmaciones 2024: En pie porque creemos en Ti

Bajo el lema En pie porque creemos en Ti , el sábado 26 de octubre, tras un tiempo de profunda preparación y discernimiento, 16 jóvenes y 5 adultos dieron un paso adelante en su fe, participando libremente en los sacramentos de iniciación cristiana: el bautismo y la confirmación, este último que los colma con la plenitud del Espíritu Santo.

Acompañados y guiados por sacerdotes, catequistas y toda la comunidad parroquial, este grupo ha profundizado en el conocimiento de Jesucristo y el mensaje del Evangelio, aprendiendo lo que significa vivir en comunidad como Iglesia. Con esta decisión, han acogido el compromiso de seguir a Cristo en su día a día y se han abierto a la misión que nos llama a ser luz en el mundo.

Durante la homilía, nuestro vicario episcopal, D. Jesús González, destacó las palabras con las que los confirmandos fueron presentados: «¡Aquí estoy, Señor!» y agregó: “para hacer tu voluntad”, recordándonos que, en nuestra vida, siempre debemos buscar y responder a la voluntad de Dios. También nos habló de la importancia del verbo que más resonaba en el Evangelio: permanecer , animándonos a permanecer en el amor de Dios y en el camino de la fe.

Ahora el Espíritu Santo está con ellos, acompañándolos en cada paso. Este Espíritu les dará fuerzas para perdonar, para amar, para superar las dificultades y para tomar decisiones importantes. Esperamos que, al recibir el sacramento de la confirmación, hayan sentido que Dios les habla en cada momento, recordándoles cuánto los ama y su profundo deseo de verlos felices.

Pedimos al Señor por ellos, para que siempre sientan a Dios en sus vidas y para que el Espíritu les dé fuerza para entregarse generosamente al servicio de los demás. Agradecemos de corazón la presencia de nuestro Vicario Episcopal, D. Jesús, de nuestro párroco, D. Luis, del equipo de sacerdotes y de todos los que se unieron con su oración a esta celebración, siendo testigos de la alegría de este hermoso encuentro con el Señor.

Podéis ver las fotos en flickr de la parroquia

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Convivencia catecúmenos que se van a confirmar

El fin de semana, del 18 al 20 de octubre, los catecúmenos que se van a confirmar el próximo sábado 26 de octubre, junto con sus catequistas y nuestro vicario parroquial, el padre Yoelby, han vivido una convivencia inolvidable en Guadarrama, bajo el lema “Compromiso y Confirmación”. Este encuentro ha sido una oportunidad maravillosa para prepararnos espiritualmente y fortalecer nuestra fe, de cara al sacramento de la confirmación.

El viernes, partimos desde la parroquia llenos de ilusión y nervios hacia Guadarrama. Tras llegar, comenzamos con un momento de oración, entregando este tiempo al Señor, pidiendo que nos guíe en cada paso. Reflexionamos juntos con las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», recordándonos que, en los momentos difíciles, es Dios quien nos lleva en sus brazos. Después de unos juegos para romper el hielo, profundizamos en nuestra fe con una catequesis sobre el Credo, impartida por el P. Yoelby. Rezar el Credo es afirmar nuestra fe y confiar plenamente en Dios, un acto que nos une no solo a la Santísima Trinidad, sino también a toda la Iglesia.

La jornada concluyó con un momento de Adoración ante el Santísimo, donde nos dejamos tocar por la gracia de Dios. Fue un instante profundo para escuchar en el silencio lo que Él tenía que decirnos, reconociendo que solo en Él encontramos descanso y paz verdadera.

El sábado se unieron el P. Luis y el grupo de adultos que también se preparan para su confirmación. El día comenzó con una oración especial en la que cada uno de nosotros recibió un Don del Espíritu Santo, un regalo personal para reflexionar durante nuestro desierto. Este desierto fue un espacio de encuentro personal con Dios, un momento de examen de conciencia para prepararnos al sacramento de la Reconciliación, donde experimentamos el abrazo del perdón infinito del Señor.

La mañana finalizó con una Eucaristía explicada, que nos permitió entender en profundidad el significado de cada momento de la celebración. Luego, celebramos los cumpleaños de una catecúmena y una catequista, compartiendo tarta y alegría en comunidad.

Por la tarde, nos adentramos en la preparación de la celebración de la confirmación, reflexionando sobre la importancia de recibir al Espíritu Santo y cómo este sacramento marca el inicio de una nueva etapa en nuestra vida cristiana, pero no su final. Tuvimos la visita de algunos jóvenes de nuestra parroquia que compartieron su testimonio y nos invitaron a seguir caminando en la fe a través del grupo de jóvenes, recordándonos que la confirmación es solo el comienzo de nuestro compromiso activo en la vida parroquial.

El domingo llegó el momento de hacer balance de todo lo vivido, con una oración donde cada uno compartió su experiencia y dio gracias a Dios por estos tres años de preparación. Finalmente, regresamos a la parroquia para celebrar la Eucaristía con nuestra comunidad y cerrar capítulo este con una profunda gratitud.

Gracias a todos los catecúmenos, catequistas, sacerdotes y colaboradores que hicieron posible esta convivencia. Y, sobre todo, gracias a Dios por su presencia viva entre nosotros, guiándonos y fortaleciendo nuestra fe en este camino. ¡Nos vemos el sábado para celebrar juntos este sacramento tan importante!

Puedes ver algunas fotos en el siguiente enlace: Fotos Convivencia

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Inicio de las catequesis de confirmación

El pasado domingo, 29 de septiembre, comenzó la catequesis de confirmación con una primera reunión que tuvo lugar en el colegio Santísima Trinidad. Los jóvenes, tanto aquellos que ya llevan varios años en este itinerario, como los que inician una nueva etapa, se reunieron junto a sus catequistas para comenzar este curso.

La jornada comenzó con una cálida bienvenida por parte del párroco, el Padre Luis, quien también presentó al nuevo vicario parroquial, el Padre Yoelby. Para crear un ambiente de confianza y cercanía, los jóvenes participaron en varias dinámicas con canciones y juegos, que les ayudaron a conocerse mejor entre ellos.

Después de este primer momento, se distribuyeron en los diferentes grupos de catequesis, donde empezaron a trabajar el lema de la parroquia para este año: «Peregrinos de la Esperanza». Durante este tiempo, compartieron sus experiencias del verano, incluyendo recuerdos del campamento y del Camino de Santiago, y reflexionaron en torno a la esperanza. Al hilo de este lema y con la vista puesta en el Año Jubilar que comenzará en diciembre, los grupos reflexionaron con algunas preguntas clave: ¿Qué significa la esperanza para cada uno? ¿Cómo puedo ser esperanza para los demás? ¿Qué nos pide Dios para ser portadores de esperanza? ¿Y para quién debemos ser esa esperanza?

Tras esta reflexión, se unieron al coro de jóvenes que había acudido al colegio para ensayar juntos las canciones de la Eucaristía. Al finalizar el ensayo, todos se dirigieron a la parroquia para celebrar la Eucaristía con la comunidad parroquial, en una misa especial dedicada a la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.

Queremos agradecer a las Hijas de la Caridad por su generosa acogida en sus instalaciones, ofreciéndonos un ambiente tan cálido y familiar.

Con alegría y entusiasmo, los jóvenes han comenzado este nuevo año como Peregrinos de la Esperanza, dispuestos a vivir este camino de fe acompañados por el Señor.

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Entrega de Símbolos de Catequesis de Confirmación

El domingo 21 de abril tuvimos una catequesis especial con los jóvenes de confirmación, era la entrega del símbolo, un símbolo que nos compromete a seguir adelante con nuestra formación y crecimiento en la Fe. Unos símbolos que nos anuncian la Buena Noticia del evangelio, que son una invitación a la oración, a llamar a Dios Padre, un Padre bueno que nos ama infinitamente y que nos dio a su hijo Jesús, que, con su muerte en la Cruz, fue el mayor acto de entrega y amor, sabemos que nos ayuda a cargar con nuestras cruces.

Cada grupo comenzó su entrega en su catequesis:

  • El grupo de primero hizo un símil de la entrega del Padre Nuestro con un viaje a un planeta desconocido, puede ser difícil, incluso a veces tenemos miedo, pero, ese viaje a Dios nos hace plenamente felices. El Padre Nuestro es la oración que Jesús nos enseñó para ponernos en presencia de nuestro Padre, Dios. Si nosotros queremos seguir a Dios, sus planes, sus caminos y vivir con él y en él, qué mejor que seguir el ejemplo de Jesús y rezar lo que él nos dijo que hiciéramos. Recordando la entrega de la llave, al principio de curso, ya que, si yo quiero ir a Dios, primero tengo que dejar que Él entre en mí.
  • El grupo de segundo tuvo una catequesis acerca de la vivencia del Evangelio. Para que entiendan la manera en la que el Evangelio puede estar vivo en nuestras vidas, escucharon los testimonios de personas de la parroquia que contaron cómo viven el Evangelio en su día a día. Tomaron conciencia de “Que tu Palabra nos cambie el corazón ”. Llevar a nuestra vida las enseñanzas del evangelio es nuestro compromiso de aquí en adelante. Recordando también como a lo largo del curso han sido “luz” para los demás, con la vela entregada al comienzo.
  • Por último, el grupo de tercero se reunió en el oratorio, partiendo del símbolo de comienzo de curso que era una arcilla que representaba nuestros cimientos en la Fe y después de escuchar una historia llena de mensaje, se les preguntó ¿cómo quiere Dios que lleve la cruz que me ha dado? ¿Cómo Jesús? En la vida, no todo es maravilloso, sino que también hay momentos de desconsuelo. La cruz, es reflejo de lo que nos duele, aquello que nos quita la alegría y no deja que seamos felices. Pero tenemos la gran alegría de ser salvados por Dios que gracias a su hijo Jesús y como dice la canción: “Desde entonces lo he visto caminar a mi lado, a ese Dios que se humilla y muere por mí, en la barca en mi playa, el ruido del silencio. Que se acerca a su hijo y me abraza feliz. Y si ahora yo acepto esa cruz, fue por esa persona, ese Dios. Fue por Cristo Jesús.”. La Cruz de Jesús deja de ser la peor condena para transformarla en un acto de amor hacia la humanidad. Jesús nos quiere tal cual somos, con nuestras cosas buenas y nuestros fallos. Y nos pide que vayamos con él, así sin cambios. “Toma tu cruz y sígueme”.

Y para finalizar esta catequesis tan especial, nuestro párroco, el Padre Luis, nos dedicó unas palabras en la homilía de la eucaristía donde nos pidió ser fuertes y valientes con el compromiso que acabábamos de tener. Y nuestros catequistas nos hicieron entrega del Padre Nuestro, del Evangelio y de la Cruz, respectivamente. Con la bendición de nuestros sacerdotes y el apoyo y sostén de la oración de nuestra comunidad parroquial de la Santísima Trinidad.

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