En la Tercera Semana de Cuaresma, nos adentramos en la hermosa práctica de compartir fraternidad. Este tiempo nos invita a purificar nuestros propios templos internos, inspirados por el ejemplo de Jesús, quien con amor y determinación purificó el templo en el Evangelio de Juan.

Estos son los tres puntos que podemos considerar significativos, para reflexionar en esta tercera semana de cuaresma:

  • Transformación profunda a través de la fraternidad
  • Solidaridad activa y enriquecimiento mutuo
  • Desafío y bendición en la construcción del “templo de la fraternidad”

Compartir fraternidad va más allá de simples gestos; es una transformación profunda que nos llama a abrir nuestros corazones y acoger a todos con amor. Es construir puentes en lugar de muros, tejiendo una red de relaciones donde la amistad y la solidaridad florezcan.

En esta semana, somos llamados a estar atentos a las necesidades de los demás, a ofrecer palabras de aliento y manos amigas. Compartir fraternidad no solo alivia las cargas ajenas, sino que también enriquece nuestra propia existencia a través de relaciones genuinas y significativas.

Vivir esta semana implica ser conscientes de las oportunidades para ser instrumentos de unidad y de paz. Cada acto de solidaridad y cada momento de amistad contribuyen a la construcción de un templo de fraternidad. Es un desafío personal y, al mismo tiempo, una bendición que nos llena de gratitud.

Que esta semana nos inspire a ser auténticos hermanos y hermanas, construyendo juntos un “templo de la fraternidad” donde cada piedra sea colocada con el cemento del amor y la solidaridad. Al hacerlo, nos estaríamos encaminando hacia el significado de la Cuaresma: un tiempo de reflexión y acción que nos acerca a la esencia del mensaje de amor de Jesús.