Avisos Cáritas

Catequesis del Papa: El diálogo interreligioso

Catequesis del Papa León XIV: El diálogo intereligioso (miércoles, 29 de octubre de 2025)

Resumen leído por el Santo Padre en español:

Queridos hermanos y hermanas, peregrinos en la fe y representantes de las diversas tradiciones religiosas:

Nuestra reflexión está dedicada al diálogo interreligioso cuyo centro es el diálogo del Señor Jesús con la mujer samaritana: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».

La esencia del auténtico diálogo interreligioso son las personas que se abren y escuchan recíprocamente con sinceridad. Este diálogo nace de la sed que tiene Dios del corazón humano y de la sed que la humanidad tiene de Dios. Es un diálogo no limitado a un lugar específico: «ni en esta montaña ni en Jerusalén» sino que se establece «en espíritu y en verdad».

La Declaración conciliar Nostra aetate ―de la cual celebramos el sesenta aniversario de su promulgación―, nos enseña a ver a los seguidores de otras religiones como compañeros en el camino hacia la verdad; a honrar las diferencias afirmando nuestra humanidad común.

Queridos hermanos y hermanas, sesenta años después de Nostra aetate, ¡actuémos juntos!. Transmitamos el espíritu de amistad y colaboración entre religiones a la generación futura, porque es el verdadero pilar del diálogo.

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Santos de carne y barrio

Caminando juntos… en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial

Los martes del curso 2025-2026, continuando con el proyecto que iniciamos el curso pasado, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día:

Santos de carne y barrio

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Catequesis del Papa: La resurrección de Cristo, respuesta a la tristeza del ser humano

Catequesis del Papa León XIV: La resurrección de Cristo, respuesta a la tristeza del ser humano (miércoles, 22 de octubre de 2025)

Resumen leído por el Santo Padre en español:

Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy continuamos reflexionando sobre la resurrección de Jesucristo. Este acontecimiento central de nuestra fe puede curar una de las enfermedades de nuestro tiempo, que es la tristeza. Se trata de un sentimiento de pena, de vacío, que nos lleva a perder el sentido y la fuerza de la vida, provocando en nuestros corazones desolación y desesperanza.

Un ejemplo de cómo Jesús sana nuestra tristeza podemos encontrarlo en el relato de los discípulos de Emaús. Después de la muerte de Jesús, ellos se van de Jerusalén. En el camino, el Señor sale a su encuentro, escucha su aflicción y, como la tristeza no les deja reconocerlo, les explica las Escrituras, para que comprendan el misterio de la cruz y sus corazones se abran a la esperanza. Por eso, a pesar de que cae la noche, los discípulos le piden que se quede con ellos y, al reconocerlo en la fracción del Pan, renace la alegría. Jesús ha resucitado y eso cambia todo. Él nos ha salvado y nos salva, infundiendo una nueva esperanza en nuestras vidas.

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Formación Parroquial 2025-2026

El martes 28 de octubre iniciaremos un tiempo de gracia para nuestra parroquia, un camino de formación que quiere transformar nuestra mirada y renovar el corazón. Este curso 2025-2026 se abre ante nosotros como una invitación a crecer, a dejar que la fe se vuelva aprendizaje compartido y a descubrir en comunidad la alegría de creer.

El primer módulo, La alegría del Evangelio, nos llevará al centro del mensaje cristiano: el gozo que brota del encuentro con Cristo. Nuestros vicarios parroquiales, don Adrián y don Apolinar, junto con doña Margarita, nos acompañarán para adentrarnos en este documento que es más que un texto: es un impulso de vida que anima, renueva y fortalece la misión de la Iglesia. Que cada sesión nos ayude a vivir la fe con entusiasmo, a encontrar en el Evangelio esa alegría serena que enciende la esperanza y hace fecundo el servicio cotidiano.

El segundo módulo nos invitará a contemplar el Apocalipsis, ese libro que, leído con fe, revela la esperanza más luminosa. Don Adrián y don Luis serán nuestros guías en este viaje simbólico y profético donde la victoria del amor de Dios se despliega ante nuestros ojos, sanando la historia y nuestra propia historia. Cada palabra nos recordará que la esperanza no es un sentimiento frágil, sino la certeza de que el futuro pertenece a Aquel que vence y redime.

El tercer módulo, tan esperado y entrañable, se centrará en la felicidad. Nuestro párroco don Luis nos ayudará a descubrir que la felicidad no se compra ni se alcanza entre ruidos, sino que germina cuando el alma se aquieta y se encuentra con la verdad profunda de Dios. Psicología y espiritualidad se dan la mano para mostrarnos que la alegría auténtica florece en lo sencillo, en la gratitud y en la paz que brota de saberse amado.

Las sesiones se celebrarán de forma quincenal para dejar espacio a la escucha y a la oración, para que lo aprendido se convierta en vida. Deseamos que esta formación sea una semilla de fe madura, que fortalezca nuestra comunidad y nos impulse a vivir con esperanza. Comenzamos este curso con alegría y confianza, sabiendo que Dios camina con nosotros, renovando nuestro ser y nuestro servicio día tras día.

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Dilexi te: sobre el amor hacia los pobres

En el corazón de la nueva Exhortación Apostólica Dilexi te —“Te he amado” (Ap 3,9)—, el Papa León XIV nos invita a redescubrir la ternura del amor de Dios que no teme inclinarse ante la fragilidad humana. No es una carta más: es un gesto de cercanía, un acto de misericordia que deja oír la voz del Señor allí donde la herida duele y la esperanza escasea. En ese “te he amado” resuena todo el Evangelio que abraza a los pequeños, los mira con afecto y los llama por su nombre. Porque Jesús, al identificarse con ellos, nos revela el rostro concreto del amor divino: un amor que se arrodilla ante la vida y la acompaña en su pobreza.

El Papa recuerda con fuerza que la opción por los pobres no nace de una ideología, sino del corazón mismo de Dios. En los pobres, Él sigue teniendo algo que decirnos (DT 5). Y cuando la Iglesia se decide a escucharles, algo dentro se renueva: se purifica, se vuelve más sencilla, más evangélica (DT 7). Así se abre esta exhortación, uniéndonos al latido profundo del amor de Cristo y a la llamada a servir a los que más sufren, como dos notas inseparables de una misma melodía.

Una Iglesia que camina con los pobres

Desde sus primeros pasos, la Iglesia ha reconocido en los pobres la presencia viva de Dios. No se trata de filantropía; es un misterio de revelación. Ya en las Escrituras, el Señor se muestra como el amigo y defensor de los pequeños, el que escucha su grito y actúa en su favor (DT 17). Jesús lleva esa historia a su plenitud: nació sin techo, caminó sin seguridades y murió fuera de la ciudad para abrazar toda fragilidad humana.

En Él comprendemos que la pobreza no es sólo una falta, sino un lugar donde Dios se deja encontrar. Por eso el Papa dice que los más pobres no son objetos de compasión, sino maestros del Evangelio (DT 79). En sus rostros habita una sabiduría serena, una fe silenciosa que sostiene al mundo. No vamos hacia ellos para llevar a Dios: vamos para descubrirlo ya presente, en medio de sus luchas y de sus esperanzas (DT 109).

La tradición viva de la misericordia

La historia de la Iglesia está tejida con gestos sencillos de amor. Desde san Basilio y san Benito hasta santa Luisa de Marillac o san Juan de Dios, incontables hombres y mujeres han encarnado la ternura de Dios junto a los enfermos, los presos, los pobres y los migrantes. El Evangelio, recuerda Dilexi te (DT 38), sólo se anuncia bien cuando toca las llagas de los últimos.

Esa corriente de misericordia no pertenece al pasado. Late en cada hospital que acoge, en cada casa que comparte el pan, en cada comunidad que abre la puerta sin preguntar quién toca. Los pobres son, como insiste el Papa, el verdadero tesoro de la Iglesia, su riqueza más honda y la medida constante de su fidelidad.

El desafío de una Iglesia samaritana

El texto concluye con una llamada profética: mirar el mundo desde el camino del Buen Samaritano. La indiferencia, el descarte y el abandono son heridas que el Evangelio quiere curar, invitándonos a detenernos, tocar, cuidar y hacernos prójimos (DT 105–107). La misericordia no puede esperar.

Por eso el Papa sueña con una Iglesia que ponga el amor por encima de las fronteras, que no tenga enemigos ni muros, que vea en la fragilidad un lugar de encuentro con Dios (DT 120). En esa dirección, cada comunidad está llamada a examinar cómo mira, cómo sirve y cómo comparte.

Ser discípulos hoy es escuchar el clamor de los pobres y responder con gestos que devuelvan dignidad. Es pasar de la compasión superficial a la comunión fraterna, del asistencialismo al acompañamiento, de las palabras al testimonio. Y, sobre todo, creer que en cada vida herida Dios sigue susurrando su promesa más antigua y más viva: “Te he amado”.

Te invitamos a leer y meditar Dilexi te. Tal vez sus páginas nos ayuden a cambiar la mirada y a descubrir que el Evangelio sigue naciendo allí donde alguien se atreve a amar sin condiciones.

Haz clic para leer: Exhortación apostólica Dilexi te

También compartimos las siguientes infografías por si facilita la lectura:

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La misión empieza en la puerta de tu casa

Caminando juntos… en la fe, con esperanza, desde el amor… como comunidad parroquial

Los martes del curso 2025-2026, continuando con el proyecto que iniciamos el curso pasado, publicaremos una entrada que podría fomentar la reflexión y el crecimiento de nuestra vida espiritual, ayudando a mantenerla viva en el día a día:

La misión empieza en la puerta de tu casa

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Esta semana os recordamos…

La colecta del actual fin de semana, tercer domingo de octubre, es para las misiones. Ayuda a misioneros en países pobres.

Se necesitan voluntarios para Cáritas parroquial. Personas que se sientan llamados a servir y donar su tiempo a los más necesitados. Anotarse en la sacristía o entregar nombre y número de teléfono en los despachos parroquiales o a alguno de los sacerdotes.

Si alguna persona, por enfermedad o movilidad reducida, necesita que le llevemos la comunión a su casa, puede solicitarlo dejando sus datos a alguno de los sacerdotes. O en la sacristía.

 

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DOMUND 2025: Misioneros de esperanza entre los pueblos

Este año el Domund vuelve a recordarnos algo muy sencillo y muy grande a la vez: que todos somos parte de la misión que Dios confía a su Iglesia. No se trata solo de quienes cruzan océanos o aprenden lenguas nuevas para anunciar el Evangelio. También forma parte de la misión quien reza desde su casa, quien comparte lo poco que tiene, quien ofrece su trabajo o su tiempo con amor. La esperanza que el mundo necesita comienza en esa disponibilidad pequeña que Dios transforma en vida para muchos.

El lema de este año, Misioneros de esperanza entre los pueblos, nos habla de la fuerza del Evangelio cuando se hace gesto. Hay misioneros que enseñan a leer, otros que acompañan enfermos, otros que construyen comunidad donde la soledad pesa demasiado. Todos ellos son testigos de una esperanza que no depende de las circunstancias, porque nace de la certeza de saberse amados por Dios. Allí donde llegan, florece algo nuevo: una escuela, una sonrisa, una confianza recuperada. En ese brote silencioso, Cristo vuelve a hacerse presente.

Celebrar el Domund es agradecer esa entrega, pero también dejar que nos interpele. Cada uno, desde donde está, puede ser misionero de esperanza: en la familia, en el trabajo, en la parroquia, en los encuentros de cada día. Basta con mirar al otro con ternura, escuchar con paciencia y acompañar sin prisa. La misión empieza cuando nos dejamos tocar por el amor de Dios y permitimos que ese amor pase a través de nosotros.

Este 19 de octubre, al celebrar el Domund, pensemos en todos los que anuncian el Evangelio con su vida. Recemos por ellos, apoyémoslos y dejemos que su ejemplo nos anime a vivir también nuestra fe con alegría. La esperanza no se enseña con palabras, se transmite viviendo, y cuando el corazón se abre, Dios encuentra caminos nuevos para llegar a todos.

El Domund nos invita a ponernos en oración y en acción, a convertir nuestras manos en instrumento de Dios y nuestros pasos en testimonio de un amor sin fronteras. La esperanza es ese viento suave que, sin hacer ruido, impulsa la barca del Evangelio hacia cada rincón donde late un deseo profundo de verdad y de paz.

Porque la esperanza no es un sueño lejano: es el presente que Dios regala a quien se atreve a vivir creyendo, amando y sirviendo sin esperar recompensa. Ser misioneros hoy es dejar que ese don, que siempre nace de lo alto, desborde en nosotros y ayude a otros a descubrir la alegría infinita de ser hijos y hermanos.

Os recordamos que la colecta del 19 de octubre está destinada a las misiones. Es nuestra manera concreta de aportar un granito de arena para sostener la labor de tantos misioneros que sirven en los países más pobres.

Enlaces de interés:
Mensaje del Papa para la Jornada Misionera Mundial 2025
Página oficial del Domund (con todos los materiales)

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