El pasado dos de marzo, nos sumergimos juntos en una experiencia espiritual única durante nuestro retiro parroquial de Cuaresma, dirigido con sabiduría y espiritualidad por nuestro párroco, el Padre Luis Murillo. Bajo el inspirador título «Dar desde nuestra pobreza», exploramos tres encuentros que iluminaron nuestras almas, siempre guiados por el relato bíblico de la multiplicación de los panes y los peces.

Nos gustaría compartir con todos vosotros la conmovedora vivencia de dos de los participantes, quienes, al igual que el resto de participantes, se vieron profundamente impactados por este encuentro parroquial. Fue un tiempo de oración, reflexión, comunión y crecimiento espiritual que fortaleció nuestros lazos como comunidad parroquial.

Hoy quiero dar gracias y bendiciones al Padre Luis, nuestro párroco, por este retiro cuaresmal, una bendición.

Para mí ha sido impactante, me ha removido. Me ha hecho cuestionarme como actuó en mi vida de fe y en mi vida de a pie.

De este retiro me llevo unas palabras claves. Encuentro. Desembarcar, Mirada, Compasión.

He caído en la cuenta que Jesús nos dice una y otra vez, nos enseña a poner todo en manos del Padre, aprender a retirarme y a ENCONTRARME con el Padre, conmigo misma, y luego actuar, a afrontar los imprevistos, a dar y compartir vida, dando gracias y bendiciendo siempre. Él está en mí, en todos. Saber retirarme, no aferrarme…, importantísimo, el dejar espacio al otro.

El DESEMBARCAR, bajar, darse sin más, tocar tierra, no juzgar no creerme más.

MIRAR y ver con ojos de compasión de misericordia de frente sin juicio, de igual a igual, persona a persona. Cómo lo hace Jesús, su mirada sana.

La MIRADA… que importante. Sentir la Presencia, el respeto. Me impactó también como Jesús se COMPADECE y resuelve al compartir el pan y los peces…., los sació, comieron todos y sobró… Y Él se retira sin aplausos… Sin nada y con todo.

Y yo complicándome la vida para hacer méritos y realmente es… uuuff… tan fácil…

Pero, la vida, el mundo, los prejuicios, los hábitos, los imprevistos, las dificultades, el ego…me invaden. Señor ayúdame…. en tus manos pongo mi vida.

Como veis, tras leer la primera experiencia, el Padre Luis nos ha guiado con cariño, recordándonos la importancia de compartir lo que tenemos, incluso cuando creemos que es insuficiente. Continuamos con la segunda vivencia:

Desembarcar…Silencio en la espera. Silencio expectante ante el camino que lleva a la Pascua.

Aprender a desembarcar, tocar con los pies la tierra de ese camino, sentir que siempre hay un imprevisto, para aprender que la misericordia, no se programa.

Cansancio, pobreza, deseos de soledad, preocupaciones, son el reflejo, a veces, del Yo interior. Cabe preguntarse ¿no se podría traer corazón y mente al cuerpo?

Desembarcar en la compasión es dejar de lado el miedo, la huida, la inmovilidad, dejar la zona de confort, es discernir entre lo que se dice y lo que se hace.

Descubrir la Misericordia de Dios, es descubrir y aceptar que más allá de toda lucha, está la mirada compasiva de Jesús; ser acogido, ser elegido, compartir, es ofrecer al otro el don que a cada uno de nosotros el Padre nos ha dado y que, desde nuestra pobreza y debilidad, es nuestro Señor quien, en la vida diaria, nos ofrece su grandeza y su bondad. Se ofrece sin condiciones. Nos enseña a pasar a la otra orilla.

Ponerse en manos del Padre y descubrir que somos bendecidos es sentir que, a pesar de las roturas del corazón, se puede ser generoso, que es necesario descubrir la mirada de principiante para sentir su aliento y su alimento.

Ser portador de acogida y sentimiento, de respeto ante el dolor, sentir que detrás de todos hay una historia y que, siendo realistas, podemos mirar sanamente con los ojos que Jesús me mira, nos mira.

Descubrir en la Eucaristía que es la mano de Dios quien es compasivo y misericordioso, que en la que cada uno de nosotros confía plenamente porque el alma no se desalienta, no abandona, porque se encamina hacia lo grandioso. Descubrimos que con fe se puede tener esperanza y amor y confiar en su hijo amado y enviado por Dios. Es pedir… Señor ten piedad y misericordia de mí.

Agradecemos al Padre Luis por este retiro con su profundo conocimiento y apasionado compromiso con la fe. Que este tiempo de Cuaresma continúe inspirándonos a dar desde lo más profundo de nuestro ser, recordándonos que, en la sencillez de nuestros actos, podemos multiplicar la esperanza y la alegría en el mundo que nos rodea.

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