Avisos Evangelización

Ejercicios Espirituales de Jóvenes

“Dad gracias al Señor…”

Uniéndonos al salmo damos gracias a Dios por la maravillosa oportunidad que hemos tenido este fin de semana un grupo de jóvenes de la parroquia de compartir los ejercicios espirituales en Villa Santa Mónica de Becerril de la Sierra.

Hemos estado acompañados por Eñi, hermana del Ángel de la Guarda, quien nos ha guiado en nuestras reflexiones para saber percibir la presencia de Dios en el silencio.

Gracias a quienes han preparado todo con tanto cuidado.
Gracias a quienes han cuidado nuestra alimentación.
Gracias a Dios por tanto…..

Deja que Jesús Te ame
Calla
Cálmate
Ven solo, vacío
Ven delante de Jesús, Tu Dios
No digas nada
No preguntes nada
Quédate en silencio
Calmado
Deja que Jesús Te mire
Eso es todo
Él sabe
Él comprende
Él Te quiere con un Amor tan inmenso…
Jesús sólo quiere
Darte Su Amor
Serénate
DEJA QUE JESÚS TE AME

 

Las fotos puedes ver pinchando en la imagen 🔽

                                                                           

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Vía Crucis de Postcomunión

El Vía Crucis o Camino a la Cruz es una de las más antiguas devociones practicadas por los Católicos en todo el mundo.

En Jerusalén es donde Jesús vivió su pasión y donde murió en la cruz, dando su vida para salvamos. Poco tiempo después, los primeros cristianos empezaron a peregrinar para rezar en el lugar donde Jesús había muerto y resucitado, y para recorrer el camino que había hecho antes de ser crucificado. De vuelta a su casa, quisieron conservar el recuerdo de ese camino, rezando y meditando sobre la pasión de Jesús. En el siglo XIV, los franciscanos propusieron representar el camino en las iglesias para todos aquellos que no podían ir a Jerusalén. Por esta razón hoy hay un Vía Crucis en cada iglesia.

Rezar el viacrucis en tiempo de Cuaresma es unirnos a toda la Iglesia y seguir descubriendo como el Señor se ha entregado por nosotros y nos acompaña en el camino de cada día.

Los grupos de Postcomunión hemos rezado el vía crucis en nuestro día de catequesis para iniciar juntos la Cuaresma.

Oh, Jesús, haz de nosotros testigos de tu amor.

¡Que la luz de tu resurrección ilumine nuestro corazón,

que brille en nuestros ojos,

que tu luz brille en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos!

 

Todas las fotos puedes ver pinchando en la imagen: 🔽

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Sana nuestra soledad

El tema del primero Encuentro Cuaresmal dedicado a «Cuidar la Familia en el Año Familia Amoris Laetitia» ha sido «Sana nuestra soledad».

Presentamos el texto para reflexionar.

Comenzamos rezando

En este mundo complicado de nuestro tiempo, corremos el riesgo de perder la confianza en la familia. En principio, apreciamos y valoramos el tener una familia, que nos ayuda a no sentirnos solos y desamparados. Pero, al mismo tiempo, cada día nos enteramos de hechos que ponen de manifiesto su fragilidad: rupturas, separaciones, divorcios que dañan la estabilidad de la institución familiar; conflictos entre la pareja, que a veces desembocan en violencia y hasta en la muerte; por si esto no fuera suficiente, los jóvenes ―ojalá no sean muchos― sufren como una especie de alergia a contraer matrimonio por miedo a establecer unos lazos permanentes y, en medio de este panorama, añoramos la estabilidad, la serenidad y la confianza mutua de muchos matrimonios que conocemos, tal vez entre nuestros propios padres y abuelos, que se han querido y ayudado durante toda su vida.

Ante esta situación nos sale al paso el papa Francisco y nos dice que «la presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos» y nos incita a «cuidar con amor la vida de las familias, porque ellas no son un problema, son principalmente una oportunidad» (“Amoris laetitia”, 315. 7).

En la Cuaresma de este año, vamos a reflexionar sobre esa presencia del Señor en todas y cada una de las familias, y vamos a rezar por nuestra propia familia y las de nuestros amigos y vecinos para que sigan cultivando lo que las hace valiosas.

Comenzamos, pues, reconociendo a Dios como el Padre de la familia humana, en cuyas manos nos sentimos seguros; Él es el techo que cobija de las inclemencias del tiempo:

(La versión musical está en Youtube 👉 Tú eres el Dios que nos salva)

Y suplicamos a la familia de Nazaret que nos guíe para que nos empapemos del gozo de ser familia, para que agradezcamos tanto bien como la familia nos proporciona y para que nos comprometamos a hacerla cada día más fuerte y hermosa:

Jesús, María y José,
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya
en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado
e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica. Amén.

Historia de un encuentro

Los primeros creyentes sólo expresaban sus sentimientos y convicciones por medio de relatos. Por eso, las primeras páginas de la Biblia están llenas de historias, que tal vez nos parezcan fantásticas, pero narran algo real y muy hermoso. Quienes las escribieron no pretendían que las tomásemos al pie de la letra, sino que nos quedáramos con las verdades que ellos comunicaban contando una historia. Así es como nos dicen su convicción de que el mundo en el que vivimos y los seres humanos, que nosotros somos, existimos porque Dios ha querido, porque nos ha creado.

En el relato de la creación, además de decirnos que somos hechura de Dios, nos explica cómo podemos librarnos de la soledad, que acecha a todos los seres humanos en momentos especialmente fuertes de nuestra existencia. Lo dice mediante una historia ingeniosa: Dios acaba de crear al hombre, pero éste se encuentra en la más absoluta soledad; así no puede ser feliz. Entonces, hace pasar ante él a todas las bestias del campo y a todos los pájaros del cielo para que el hombre les dé un nombre, pero el hombre «no encontró ninguno como él, que le ayudase». A continuación, Dios le presenta la mujer, y Adán exclama: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!» Y el Libro Sagrado añade una conclusión: «Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Había nacido la familia: dos seres humanos que se miran con amor y respeto hasta formar una sola carne y empiezan a ser fecundos.

En la primera página de la Biblia, la igualdad

Se dice que la mujer está conquistando, desde hace unas décadas, la igualdad con el varón en una lucha sostenida y difícil. Pero se olvida que esa igualdad ya había aparecido en la primera página de la Biblia. Ante la soledad e invalidez que manifiesta el varón en el jardín del Edén a pesar de tener a su disposición las aves y las bestias del campo, Dios dice: «voy a hacerle alguien como él, que le ayude». El que se haya degradado aquella intención original del Creador, estableciendo las desigualdades que ahora tanto se lamentan, pertenece a los tortuosos caminos por los que la libertad y el egoísmo conducen a los seres humanos, pero no era esa la intención de quien nos hizo.

Dice el papa Francisco que «la presencia del dolor, del mal, de la violencia que rompen la vida de la familia» no invalidan el idilio de comunión y alegría que describe el salmo 128: «Del trabajo de tus manos comerás / serás dichoso, te irá bien. / Tu esposa, como parra fecunda en medio de tu casa; tus hijos como brotes de olivo, alrededor de tu mesa». Y a continuación nos invita a atravesar «el umbral de esta casa serena, con su familia sentada en torno a la mesa festiva. En el centro encontramos la pareja del padre y de la madre con toda su historia de amor». En ellos se realiza aquel designio primordial del Creador (“Amoris laetitia”, 8. 9. 19).

El “hospital” más cercano

Tres tareas señala el Papa, en su exhortación “Amoris laetitia”, a la familia: cuidar, consolar, estimular. Mejor que cualquier comentario lo dicen sus propias palabras:

«Dios los llama [a los esposos] a engendrar y a cuidar. Por eso mismo la familia ha sido siempre el “hospital” más cercano. Curémonos, contengámonos y estimulémonos unos a otros, y vivámoslo como parte de nuestra espiritualidad familiar. La vida en pareja es una participación en la obra fecunda de Dios, y cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu. El amor de Dios se expresa a través de las palabras vivas y concretas con que el hombre y la mujer se declaran su amor conyugal» (“Amoris laetitia”, 321).

¡Qué certera es esa imagen de la familia como el “hospital más cercano”! Porque, ¿dónde encontramos el alivio básico de la comprensión, del estímulo y del cuidado, aún a costa de grandes sacrificios, si no es en nuestras propias familias? ¿Dónde nos curamos de la soledad y el desconcierto? Porque, como sigue diciendo el papa Francisco:

«Así, los dos son entre sí reflejos del amor divino que consuela con la palabra, la mirada, la ayuda, la caricia y el abrazo. Por eso, querer formar una familia es animarse a ser parte del sueño de Dios, es animarse a soñar con él, es animarse a construir con él, es animarse a jugarse con él esta historia de construir un mundo donde nadie se sienta solo» (Ibíd.).

Lejos de encerrarnos en un egoísmo redoblado, ignorando las carencias y sufrimientos de nuestros vecinos, la familia nos aboca e impulsa a construir un mundo donde nadie se sienta solo. Aprender a estimar el matrimonio y la familia ayuda a «sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. Y también nos hace capaces de «alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo» (“Amoris laetitia”, 5). Esta dimensión social de la familia es tan importante como la del diálogo amoroso entre la pareja y con los hijos.

Cada familia, una iglesia

Y, además, recordemos la llamada que la Iglesia hace a las familias cristianas a transformarse en “iglesias domésticas”.

En los duros años de la primera predicación apostólica y de las persecuciones, los cristianos se reunían en la casa familiar, como testifican las cartas del apóstol Pablo, y «el espacio vital de una familia se podía transformar en iglesia doméstica, en sede de la Eucaristía, de la presencia de Cristo sentado a la misma mesa». La Biblia considera también a la familia como primer lugar de la catequesis de los hijos. El salmo 78 lo dice claramente: «Lo que oímos y aprendimos, / lo que nuestros padres nos contaron, / no lo ocultaremos a sus hijos, / lo contaremos a la futura generación: / las alabanzas del Señor, su poder, / las maravillas que realizó».

Desgraciadamente, esta dimensión catequizadora de la familia ahora está en horas bajas en nuestras familias. Muchos padres no rezan con sus hijos; tampoco les hablan de Dios y del regalo que nos ha hecho enviándonos a su Hijo Jesús. Detrás de la actual indiferencia religiosa de tantos jóvenes, que lamentamos, está la ausencia de Dios en los labios de sus padres, porque, lo mismo que ocurre con la lengua materna, el camino más directo para identificarse con los valores religiosos es el que va de la boca de la madre y del padre a los oídos y el corazón de los hijos. Pero, ¿cuántos jóvenes de hoy han aprendido a llamar “papá” a Dios de labios de sus padres? No nos sorprenda, pues, el vacío religioso de muchos jóvenes. En esta Cuaresma, el Señor nos pregunta si nuestras familias son esas “iglesias domésticas” de las que habla el Papa.

Nuestra familia puede ser una gran riqueza para la Iglesia y para el mundo, haciendo que la vida de cada día, en el hogar, refleje la vida íntima de la Santísima Trinidad, profundamente unida por el amor, entregada al cuidado los unos de los otros y volcada en buscar el bien de los que tenemos cerca y nos necesitan.

Concluimos con esta oración en la que pedimos que nuestras familias, sean “buena noticia”:

Haznos, Señor, una familia buena noticia: abierta, confiada, fraterna,
invadida por el gozo del Espíritu; haznos una familia entusiasta que sepa cantar a la vida,
vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.
Que llevemos la alegría en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad desbordándose por todos los poros.
Que no nos acobarden las dificultades que puedan surgir entre nosotros.
Da, Señor, a esta familia tuya una gran dosis de buen humor
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia.
Señor, haznos expertos
en curar heridas y dar ternura,
en mostrar la verdad y defender la justicia, y en mantener viva la esperanza.
Concédenos ser, para todos los que nos ven, testigos de tu buena noticia
y del gozo que viene gratis con ella. Amén.

 Guía para orar durante la Cuaresma
Para la primera semana

Del 6 al 12 de marzo

Construir la familia con amor es bueno para la sociedad.

Ser familia cristiana, que da testimonio de la veracidad del amor y educa a sus hijos en la fe, mejora nuestro mundo.

Lecturas bíblicas para esta semana

De los cuatro bloques de dichos y hechos de Jesús, que nos proporciona el evangelio de San Mateo, podemos escoger, en esta primera semana, algunos fragmentos de los capítulos 3 al 7, que contienen la proclamación del Reino de Dios en Galilea y el “sermón de la montaña”, con las Bienaventuranzas y las convicciones de Jesús sobre el verdadero cumplimiento de los preceptos divinos.

Palabras para orar

Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias  redentoras del Corazón  de  Cristo, para que ofrezcamos nuestras personas y obras, en unión con Él, por la redención del mundo.

El próximo Encuentro Cuaresmal: 15 de marzo a las 19:45.

¡Os esperamos!!!

 

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Mujer en la Iglesia

Con motivo del 8 de marzo, Día de la Mujer, os ofrecemos el testimonio de la jesuitina Maria Luisa Berzosa, gran defensora del papel de la mujer en la Iglesia, mujer que el Papa Francisco nombró una de las tres mujeres consultoras del Sínodo de los Obispos.

MUJER EN LA IGLESIA SINODAL – MARÍA LUISA BERZOSA FI

Me llamo María Luisa y pertenezco a la congregación de las Hijas de Jesús, de espiritualidad ignaciana, dedicada a la educación. Nací en un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid, hija de maestro y maestra; hice mis estudios de bachillerato y después unas oposiciones con las que trabajé como funcionaria administrativa en el Ministerio de Información y Turismo.

Esta invitación a hablar de mi experiencia como mujer consagrada en la iglesia de hoy, me lleva a pensar en mi ser de mujer como punto de partida de mi opción de consagrada en esta familia religiosa.

A lo largo del camino he vivido diversas experiencias eclesiales. En Roma, de estudiante, sufrí crisis de fe en una iglesia que mostraba un rostro tan poco amable que me causaba enfado. Quería separarme de ella, no de Jesús … con los años he ido descubriendo que no puedo vivir el seguimiento de Jesús si no es dentro de su iglesia.

En etapas sucesivas ya no me enfadaba pero me dolía y me duele esa situación a veces tan poco evangélica que me ofrece, sin embargo, quiero aportar lo mejor de mí desde dentro, no me quiero ir. Deseo ser parte activa y no mera espectadora.

Si no se me abrían las puertas yo estaba dispuesta a entrar por una rendija, pero para mi sorpresa, en el año 2018 se me abrió de par en par la puerta del aula sinodal y allí participé en el Sínodo de “La fe, los jóvenes y el discernimiento vocacional”; en 2019 el Papa me nombró consultora de la secretaría general del Sínodo de los Obispos; en calidad de tal participé en el Sínodo de la Amazonía.

Ahora formo parte de la Comisión de Espiritualidad, una de las cuatro que colaboran en el proceso sinodal actual. Muy lentamente vamos siendo visibles las mujeres en la iglesia; hay que reconocer en justicia que el Papa Francisco va dando pasos significativos en encomendar diversos campos de responsabilidad en el Vaticano a mujeres, laicas y consagradas.

Pero como el ritmo es tan lento, queda mucho camino por delante. Necesitamos recuperar la iglesia Pueblo de Dios, comunidad de comunidades, eclesiología de comunión, que tuvo su origen en el Concilio Vaticano II y que nos lleve a unas relaciones más igualitarias partiendo del bautismo; miembros de un mismo Cuerpo con funciones distintas, viviendo hondamente la comunión y toda la diversidad como don y la acogida inclusiva como actitud connatural.

Las mujeres son protagonistas de una Iglesia en salida, a través de la escucha y la atención que prestan a las necesidades de los demás, y con una marcada capacidad de sostener dinámicas de justicia en un clima de “calor doméstico”, en los diferentes ambientes sociales en los que obran. (Papa Francisco)

Desde aquí agradecemos a Maria Luisa por haber compartido con nosotros sus palabras y por ser un ejemplo de mujer comprometida con el objetivo de conseguir un mundo sin desigualdades.

¡¡¡FELIZ DÍA DE LA MUJER!!!

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Mensaje del Papa para Cuaresma 2022

Este miércoles, 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, dará comienzo el tiempo litúrgico de la Cuaresma. «El Miércoles de Ceniza marca el tiempo de la Cuaresma, que es un período de intensa oración, penitencia y obras de misericordia y caridad. Son 40 días de preparación para la celebración del misterio pascual, que es la celebración de nuestra redención en Pascua».

El Papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma nos invita a reflexionar sobre la exhortación de San Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)«.

Santo Padre nos da tres claves para este «tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado”.

1. Siembra y cosecha

  • “Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir”, pero “la Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir”.
  • “La llamada a sembrar el bien no tenemos que verla como un peso, sino como una gracia con la que el Creador quiere que estemos activamente unidos a su magnanimidad fecunda”.
  • “¿Y la cosecha? ¿Acaso la siembra no se hace toda con vistas a la cosecha?  Un primer fruto del bien que sembramos lo tenemos en nosotros mismos y en nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más pequeños gestos de bondad. En Dios no se pierde ningún acto de amor, por más pequeño que sea”.
  • “Solo vemos una pequeña parte del fruto de lo que sembramos. (…) Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios”.
  • “La Palabra de Dios ensancha y eleva aún más nuestra mirada, nos anuncia que la siega más verdadera es la escatológica, la del último día, el día sin ocaso”.

2. No nos cansemos de hacer el bien

  • “Frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás”.
  • Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa”.
  • «El ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado”.
  • “La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar a quien está necesitado; para llamar a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar a quien sufre la soledad”.

3. Si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos

  • “Quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar. Quien se encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en volver a Él».
  • En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda”.

«Que la Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador y que «conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón»  nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de conversión dé frutos de salvación eterna».

Puedes leer aquí  👉 Mensaje del Papa o haciendo click en la imagen 👇

 

 

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Cuaresma 2022: Dios nos quiere vivos

El lema de la Cuaresma 2022 de nuestra Parroquia es: DIOS NOS QUIERE VIVOS.

Con este motivo compartimos las palabras del párroco José María Crespo.

El viaje a través de la Cuaresma hacia la Pascua es un viaje con Jesús. Los cristianos estamos invitados a caminar con Jesús en su Camino de Amor y en la experiencia de una vida transformada. Juntos, reflexionaremos de nuevo sobre las acciones amorosas de Dios tal como se relatan en las lecturas de la Vigilia Pascual. Juntos, caminaremos a través de las profundidades de la historia de la salvación hacia la plenitud de la redención.

Este curso nos propusimos como lema: «Apasionados por la Vida” y para ello este trimestre nos queremos centrar en el verbo CUIDAR. Dios es el que me cuida, el buen Pastor, el que no nos deja ni abandona. Somos únicos e irrepetibles para Él. La acción pastoral de la Iglesia se fundamenta en el ejemplo de Jesucristo, buen Pastor porque cuida de los suyos, los conoce por su nombre y se desvive por ellos.

La pandemia ha sido y es un toque de atención para lo que la sociedad necesita de nosotros como Iglesia. Más allá de la circunstancia, tenemos por delante el reto de plantear una pastoral cuidada, cuidadosa y cuidante, que responda realmente a lo que puede ser significativo para el hombre de hoy. Encontramos a nuestro alrededor innumerables personas heridas, desesperanzadas e incluso desilusionadas. Todo ello nos pone ante los ojos el verbo CUIDAR. 

En este Año de la Familia “Amoris Laetitia” tendremos todos los martes un Encuentro Cuaresmal de reflexión y oración con el tema: CUIDEMOS LA FAMILIA, preparado por varios matrimonios de nuestra comunidad.

Como otros años nuestros ayunos y abstinencias servirán para apoyar a Cáritas Parroquial. En la Eucaristía del Jueves Santo recogeremos los donativos fruto de nuestra penitencia cuaresmal.

El viacrucis, la adoración de los jueves, la oración de los distintos grupos a lo largo de la semana, la celebración penitencial, las convivencias de Poscomunión y Juveniles, los Ejercicios Espirituales del 25 al 27 de marzo nos ayudarán a dejar que Dios nos llene de su Vida.

Dios te dice hoy: “Aunque no me veas, te cuido. Aunque no me sientas, te toco. Aunque no lo creas, te amo y, aunque a veces lo dudes, siempre estoy a tu lado”. 

¡Feliz y santa Cuaresma!

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25 años de la ordenación episcopal del cardenal Carlos Osoro

La catedral de Santa María la Real de la Almudena acogerá el martes 22 de febrero, a las 19:00 horas, una solemne Eucaristía en acción de gracias por los 25 años de la ordenación episcopal del cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid. La entrada es libre hasta completar el aforo y la celebración se desarrollará conforme a las pautas sanitarias vigentes por la pandemia. También podrá seguirse por YouTube.

E l 22 de febrero de 1997 Carlos Osoro fue nombrado obispo de Orense por el Papa san Juan Pablo II. El 7 de enero de 2002 fue designado arzobispo de Oviedo, de cuya diócesis tomó posesión el 23 de febrero del mismo año. Además, desde el 23 de septiembre de 2006 hasta el 9 de septiembre de 2007, fue el administrador apostólico de Santander.

El 8 de enero de 2009, el Papa Benedicto XVI lo nombró arzobispo de Valencia y el 18 de abril de ese año tomó posesión de la archidiócesis, donde permaneció hasta su nombramiento como arzobispo de Madrid en 2014 por parte del Papa Francisco.

Asimismo, es ordinario de fieles católicos orientales residentes en España desde junio de 2016, año en el que también fue creado cardenal por el Papa, y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española desde marzo de 2020.

Agradecemos al Señor su entrega, su generosidad y su saber ser Pastor en cada lugar por donde ha ejercido su ministerio. 

Muchísimas felicidades desde nuestra parroquia Santísima Trinidad de Collado Villalba.

¡Qué Dios le bendiga y su Espíritu le siga  acompañando!

 

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Curso de Liturgia

¡Qué importantes es cuidar nuestras celebraciones! La Eucaristía es un signo del amor de Dios, camino privilegiado para encontrarnos con Él.

Debemos esforzarnos por conocer la belleza que se esconde en la celebración eucarística, y que, una vez desvelada, da pleno sentido a la vida de cada uno. 

Para cuidar la participación de todos en la Misa y seguir preparando lectores y ministros extraordinarios de la Comunión os ofrecemos un Curso de Liturgia. Un encuentro de formación mensual que empieza el martes 26 de octubre, a las 19:45h.

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Este trimestre: llamados a CUIDAR la vida

Compartimos la reflexión que ha preparado nuestro párroco, D. José María, invitándonos a vivir este trimestre desde el cuidado:

Al comenzar este curso elegimos el lema: Apasionados por la vida”. Nosotros que confiamos en el Señor de la Vida, estamos llamados a vivirla con pasión, con entrega.

Esta actitud la traducimos este trimestre como CUIDADO de las personas, de la vida, de sus opciones específicas y vocacionales. Por eso se nos invita a “arriesgar la vida”, quien no arriesga es un perdedor, “a cuidar la vida” del planeta, de la familia, del propio corazón…, porque Dios piensa en nosotros, “apasionados por la vida”, como bálsamo para este mundo herido por tantas contradicciones y desencuentros.

Cuidar es reconocer que la vida es precaria y que hay que obrar en consecuencia. Es un acto de sensatez y de amor por el que admitimos con serenidad que somos frágiles, y que todo lo bueno que hay en nosotros también es frágil: ¿no lo es acaso la paz? ¿no lo son la sabiduría, la pureza, la justicia, la humildad? ¡Casi nos parece que ese es el sello del bien: ser débil’!

Y en efecto, si somos pobres en el bien no es porque nos hayan faltado bienes, sino porque los hemos perdido. Aprender a cuidar es entontes un acto de gratitud a Dios y a quienes nos hacen bien. Es también una actitud de misericordia; es como la raíz del amor. Y, de hecho, ¡Cuánto amamos a quienes nos han cuidado!

Cuidar supone conocer y valorar lo que somos y tenemos, y entender que el torrente del bien no puede detenerse en nosotros. No es, pues, una justificación para el egoísmo, porque cuidar no es simplemente conservar. Más bien: cuidar es lograr que cada uno y cada cosa alcance su meta; que sea lo que puede ser, lo que está llamado a ser. Es obstinarse en dar la oportunidad al que tal vez la necesita y no la ha tenido.

¿Qué hemos de cuidar? ¿a quién tenemos que cuidar? A todo y a todos. El mundo, casa del hombre y la mujer. Y al hombre y la mujer, a cada uno de ellos. Hay que cuidar el cuerpo y su salud; el alma y su virtud, la familia, la sociedad y la justicia. Dios nos conceda participar de la tarea amorosa y apasionante que es el tratar de cuidar como cuida Dios de toda la creación, con amor de Padre.

Nos fijamos este trimestre en el icono del Buen Samaritano. La parábola del buen samaritano orienta al hombre para que la sociedad reconstruya su orden

político y social y se oriente al bien común. En ella, podemos descubrir cómo cada uno de nosotros tenemos algo de heridos, algo de los que pasan de largo, pero también algo de samaritanos.

El amor rompe aquello que nos separa, tiende puentes, nos vincula al herido. Cuando se ama, en el caído no se mira si es de aquí o de allá. Simplemente se ve que el amado esta caído. Es necesaria una sociedad que haga propia la fragilidad del excluido. Cada hombre, cada mujer, cada joven, cada adolescente, cada niño, con su actitud solidaria y atenta se acerca a la actitud del Buen samaritano. ¡Dios confía en lo mejor que cada uno tiene dentro!

Se puede rehacer una comunidad a partir de hombre y mujeres, que se hacen prójimos, que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión. Dios confía en lo mejor del espíritu humano y le alienta a que se adhiera al amor, reintegre al dolido y construya una sociedad digna de tal nombre.

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