CRISTO JESÚS, comienzan los misterios. Y entre los misterios, el gran misterio de la sinrazón de la masa, que hoy te vitorea como rey y el viernes pedirá a gritos tu muerte.
Pero el misterio principal es tu obediencia hasta la muerte, tu aceptación de ser un rey crucificado por el amor infinito que me tienes. Al pensar en las gentes que te aclaman hoy, quiero estar entre ellas, pero no seguirlas el viernes pidiendo tu crucifixión ante Pilatos.
Te doy gracias de corazón y te adoro como mi único Señor: esta Semana Santa te acompañaré en el Cenáculo, en Getsemaní y en el Calvario, y contigo espero celebrar tu triunfo sobre el pecado y la muerte, con tu gloriosa Resurrección.
AMÉN.