La noche de la cruz se ha iluminado para siempre Jesús,
hermano, amigo, Señor.
Nuestra débil historia de mujeres y hombres
a menudo desconcertados, se ha llenado de luz.
Nos has amado, Jesús,
hasta morir en una muerte indigna;
pero ese amor tuyo, pleno, total, definitivo,
ha abierto las puertas de la vida para siempre.
En todas partes, Jesús,
en las personas, en los acontecimientos,
podemos descubrir la fuerza luminosa de tu vida.
Y por eso ahora, al celebrar tu resurrección,
afirmamos con todo vigor nuestra fe en ti:
Tú eres el Hijo de Dios,
Tú eres el enviado del Padre para salvarnos,
Tú nos llenas de tu mismo Espíritu,
a nosotros, a toda la Iglesia,
y a todos los hombres y mujeres del mundo entero.
Es Pascua, Jesús, hermano, amigo, Señor.
Es Pascua, y tu vida es vida para toda la humanidad.