Señor, gracias por tus palabras,
que ensanchan mi corazón oprimido.
Tú me recuerdas que soy hijo de Dios,
una obra maestra, modelada por las manos del Padre,
que mi nombre está tatuado en la palma de tu mano,
que mi vida es importante y valiosa para ti.
Señor gracias por repetirme…
que tu perdón es más grande que mi pecado,
que me quieres y cuentas conmigo,
que contigo puedo nacer de nuevo cada día,
que lo imposible es posible a tu lado.
Señor, gracias por todo lo que has hecho por mí,
gracias por quienes comparten mis cargas,
por cuantos se sobrecargan para aliviarme,
por las personas que embellecen y alegran mis días.
Dame humildad, para dejarme ayudar y enriquecer.
Señor, a veces sobrecargo para aliviarme.
Perdóname y ayúdame a seguir tu ejemplo.
Que mis palabras enciendan esperanza en los abatidos
y mi esfuerzo sostenga a quienes están a punto de caer.
Que sepa aliviar y animar como Tú y contigo.