En esta tercera semana de Adviento, la invitación es a discernir. Discernir es mucho más que tomar decisiones; es un proceso profundo de búsqueda en el que dejamos que la luz de Dios ilumine cada paso que damos. En un mundo lleno de opciones y ruidos internos, discernir es aprender a escuchar y a elegir lo que realmente nos acerca a Él.
Discernir es buscar la voluntad de Dios en cada situación. No se trata solo de tomar decisiones prácticas, sino de permitir que su luz guíe nuestras acciones, pensamientos y sentimientos. En este tiempo de espera, discernimos cómo vivir el Evangelio de forma auténtica, cómo prepararnos para recibir a Jesús de una manera que transforme nuestro interior y nuestras relaciones.
Discernir requiere de silencio interior. Es fácil dejarnos llevar por nuestras propias opiniones y deseos, pero el discernimiento verdadero nos invita a escuchar la voz de Dios que susurra en lo profundo de nuestro corazón. Como las multitudes en el Evangelio, debemos preguntarnos: “¿Qué debemos hacer?”. Y la respuesta que buscamos no está en nuestras propias fuerzas, sino en la capacidad de estar atentos a la llamada de Dios, que siempre nos ofrece el camino de la paz y la plenitud.
Discernir también es estar dispuestos al cambio. A veces, los planes que tenemos no son los que Dios nos invita a seguir. Este Adviento es una oportunidad para estar disponibles a la transformación que Dios quiere hacer en nosotros, para seguir su llamada, aunque nos pida cambiar nuestra ruta.
Invitación de nuestro párroco Discernir:
Todo lo que pongamos en oración, lo que atendamos en la escucha, hay que discernirlo. Discernir es elegir de lo bueno lo mejor. No todo lo que se nos ocurre viene de Dios. Discernir requiere atender a la voz del Espíritu, disponibilidad para cambio de planes, y en especial distinguir la Voz de Dios de mis propias voces interiores.
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