Nada del mundo vale lo que vales TÚ, Señor.
El dinero da bienestar,
pero TÚ me puedes dar Vida Eterna.
El dinero ayuda a la felicidad,
pero TÚ eres la FELICIDAD VERDADERA.
La riqueza es apariencia,
pero TÚ, Señor, eres profundidad.
La riqueza distancia a los hombres,
pero TÚ, Señor, los unes.
Por eso, Señor, porque Tú eres mi riqueza:
que nunca te pierda,
que nunca me separe de Ti,
que nunca te venda por nada,
que siempre vivas en mí,
para que un día me lleves al cielo.
Amén